Por Mons. Hugh J. Shields

«No tengas miedo.»

«Yo estaré contigo hasta el fin de los tiempos.»

«Te enviaré al Espíritu Santo para estar contigo.»

«No los dejaré huérfanos.»

Los mensajes y las garantías dadas a un asustado, tímido y a veces desmoralizado grupo de apóstoles y discípulos de Cristo que trataban lo mejor que podían de ver y seguir la voluntad de Dios para ellos.

A medida que nos acercamos a la fiesta de Pentecostés, el evento que le otorga a hombres y mujeres la determinación de proclamar el mensaje de Cristo de amor, compasión, perdón, verdad y justicia, una vez más, estamos invitados a permitir que el Espíritu Santo toque nuestros corazones y afloje nuestras lenguas.

Cambios en las leyes del estado de Arizona han polarizado, estereotipado, juzgado y claramente han señalado «omisiones» por parte de muchos con respecto a la necesaria reforma de la ley de inmigración en nuestro país.

Es nuestra responsabilidad, como creyentes en el mensaje de amor de Cristo, no permitir el evidente vacío, el abismo o el énfasis en «sólo-hacer cumplir» que se convierta en la ley aceptada del estado, o la ley y la actitud de nuestro país.

Con la reciente aprobación de leyes muy duras y difíciles-de-esforzar, existe una tendencia natural de satanizar el estado de Arizona, su gobernador y los legisladores, su población. Pero si no miramos más allá cometemos un error terrible. «Arizona», por la frustración con las autoridades federales, ha actuado para hacer frente a una realidad compleja y desafiante. Pero necesita la ayuda de nuestros legisladores federales para hacerlo bien y de un modo integral.

La nueva ley de Arizona subraya lo que nuestros obispos católicos han estado diciendo acerca de un «sistema roto» de ley de inmigración y la necesidad de una reforma integral. El estado de Arizona, nuestros hermanos y hermanas indocumentados y Estados Unidos de América necesitan a esos en Washington, D.C., para hacer lo correcto a pesar de la posibilidad de destruir las esperanzas de reelección.

Nuestros obispos católicos nos han estado urgiendo a ser consciente de, y activos en la campaña Justicia para los Inmigrantes. Una reforma amplia de la ley de inmigración a nivel nacional es necesaria para evitar que los estados inspaniduales legislen lo que tiene, y tendrá, efectos tremendamente perjudiciales para los valores sobre los que se fundó esta nación.

Nuestros obispos nos piden, nos urgen a involucrarnos con nuestros legisladores a exigir de ellos lo mejor de sí ‑independientemente de si es o no es un año electoral ‑ para enfrentar este desafío ahora.

El mensaje de Cristo a los primeros apóstoles y discípulos fue de llenar el vacío de la oscuridad, el caos, el odio, la destrucción, los prejuicios y la muerte con el mandato de su Padre de «amarse los unos a los otros como yo los he amado». Estamos en un momento crucial en la historia de nuestro país. Un «vacío» se está creando que demanda la presencia de Cristo en la forma de la comunidad católica. La justicia social no es una opción para nosotros como católicos.

Si somos lo suficientemente valiente como para llenar el vacío en nombre de nuestros indocumentados con el amor integral de Cristo elevando nuestras voces con los principios de nuestra fe, entonces podemos confiadamente recordar el aliento de fe que hoy tenemos ante nosotros. Es el misma dado a los apóstoles y discípulos en tiempos de Jesús: «¡No tengan miedo. Yo estoy con ustedes!».

Mons. Hugh Shields es el Vicario para Catlicos Hispanos de la Arquidicesis de Filadelfia.