Moises Sandoval

Moises Sandoval

La liturgia de esta temporada nos recuerda de el final de la vida y del destino final que esperamos lograr.

Aquellos de nosotros que hemos vivido una vida larga somos muy conscientes de que cada día que pasa, nuestra vitalidad, como el sol, se está debilitando y que días oscuros y fríos se acercan.

Recientemente, mi esposa y yo pasamos una noche en Albuquerque, Nuevo México, con Emma Gómez, una amiga que tiene 87 años de edad. Yo la acompañé a su auto después de una cena rica en recuerdos, y ella me dijo que su arteria carótida está 97 por ciento bloqueada por un lado y 98 por ciento en el otro. Creo que ambos sentíamos que podría ser nuestro último adiós.

Tuve el mismo pensamiento durante una reunión con cuatro de mis hermanos el pasado verano en el rancho de la familia. Parte de los 600 acres fueron adquiridos por nuestro bisabuelo Estanislado Sandoval en la década de 1840 y el resto por nuestro abuelo Octaviano. Así que era natural que nos acordaramos de sus vidas: siempre llenas de lucha y trabajo duro, pero fuerte en los valores que heredamos.

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Cuatro de nosotros estamos en nuestros años 80 y el quinto hermano tiene 76. Sin embargo, como las estrellas de la película, “The Bucket List”, sentimos que todavía tenemos cosas que hacer en esta vida. Nuestra lista, sin duda, es modesta, ya que, de forma realista, la edad limita nuestras posibilidades.

Mi hermano Antonio es un diácono permanente y ha estado al servicio de la Iglesia durante 40 años, y quiere pasar el resto de su vida nutriendo una devoción a la Santísima Virgen María. Aunque retirado, permanece activo en el ministerio: predicando, dando charlas a diversos grupos y escribiendo.

Atendió a su esposa, Maud, en sus finales dos años, y escribió un libro durante ese tiempo, que ahora está ante varios editores.

Ray, el más joven, va a misa todos los días, y hace trabajo voluntario en la oficina de la parroquia, en Aurora, Colorado, preparando el boletín semanal entre otras tareas, y también ayuda a servir el almuerzo en un centro para personas mayores. Aunque se retiró después de 40 años como profesor, todavía trabaja ocasionalmente como profesor sustituto. Cuando se le preguntó acerca de su motivación, él dijo: “Simplemente estoy preparando para mi examen final”.

Elivinio, dentista por 20 años en la Fuerza Aérea de los EE.UU., alcanzó el rango de coronel, y ahora dirige una clínica dental en Aurora, da generosamente a la iglesia y ayuda a muchas personas, incluyendo a los inmigrantes con parientes necesitados en sus países de origen. Por otra parte, todavía atiende a pacientes.

Mi otro hermano Arsenio cuida una finca y es activo en alcohólicos anónimos.

Como mis hermanos, yo sigo trabajando, escribiendo sobre las personas cuya fe inspira.

Para todos nosotros, parece que el reto es seguir viviendo con valentía, siempre y cuando podamos. Todavía hay cosas sobre que escribir, ver, apoyar y ayudar.

Admiro a nuestra amiga Emma, que a pesar de muchas hospitalizaciones, dice: “La Santísima Virgen todavía me da cosas que hacer”. Por ejemplo: ella lleva Comunión a los que no pueden salir de casa y visita a su cuñada que vive en un hogar de ancianos y tiene demencia. Para el cumpleaños, Emma le llevó pastelería que le gusta.

Aunque el año pasado se enfermó en el aeropuerto con síntomas de un derrame cerebral, tiene planes de volar de nuevo a San Louis para estar con uno de sus hijos para el día de Acción de Gracias. Es una mujer valiente!