Archbishop Nelson J. Perez has released a pastoral message to the Philadelphia-area community on the occasion of Easter.

In English:

In Spanish:

The text of the archbishop’s message follows, in English and in Spanish:
“Dear Sisters and Brothers in Christ,
Today we loudly proclaim, “Jesus is Risen, Alleluia!” The Resurrection of our Savior is the defining event of our Christian faith. It is the wellspring of our eternal hope that the purity of God’s love flowing through us will overcome all things.
As we continue to navigate the challenging waters of the global coronavirus pandemic together, its significance and the celebration of Easter Sunday are exponentially amplified.
Our Lenten experience this year has been far from typical. Living out isolation, quarantine, social distancing, and the suspension of public Masses were unimaginable concepts on Ash Wednesday. Our 40-day journey has been full of sudden, dramatic, and necessary societal change to provide for public health and safety. As a result, the current reality of our everyday world has left many in despair.
When Lent began, I asked you to keep your eyes fixed on the outstretched arms of Christ the crucified and Christ the merciful in preparation for the coming of Easter. Today, I urge you to keep your eyes fixed on the outstretched arms of Christ the Resurrected. He is there waiting to receive you, to hold you, and to pour the love of God the Father upon you. That love is boundless. It is pure. It is invincible. Neither contagion nor death can conquer it.
It has been a painful, confusing, and trying time for us all, but in Christ and His triumph on the Cross, God’s great love for us prevails. That love transcends our human understanding and is more powerful than we can comprehend. It will never fail us.
So, on this Easter, let us look to God with renewed hearts and minds. May His love flow through us and inspire us to care for one another with tenderness and mercy. Let us also pray for the sick, suffering, their caregivers, for health professionals, and our elected officials.
These seemingly ominous days will pass and we shall remain united as a Christian family, as a people of hope. May God bless you and your loved ones abundantly and may the peace and joy of the Resurrection be with you always.”
+Nelson J. Pérez
Archbishop of Philadelphia
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«Queridas hermanas y hermanos en Cristo:

Hoy proclamamos en voz alta: «¡Jesús ha resucitado, ¡aleluya!» La resurrección de nuestro Salvador es el evento que define nuestra fe cristiana; la fuente de nuestra esperanza eterna es que la pureza del amor de Dios que fluye a través de nosotros supere todas las cosas.

A medida que continuamos navegando juntos por las desafiantes aguas de la pandemia mundial del coronavirus, su importancia y la celebración del Domingo de Pascua se amplifican enormemente.

Nuestra experiencia cuaresmal este año ha estado lejos de ser típica. Vivir el aislamiento, cuarentena, distanciamiento social y la suspensión de misas públicas fueron conceptos inimaginables el Miércoles de Ceniza. Nuestra jornada de 40 días ha estado llena de cambios sociales repentinos, dramáticos y necesarios para brindar seguridad y salud pública. Como resultado, la realidad actual de nuestro mundo diario ha dejado desesperados a muchos.

Cuando comenzó la Cuaresma, les pedí que mantuvieran sus ojos fijos en los brazos extendidos de Cristo crucificado y Cristo misericordioso en preparación para la llegada de la Pascua. Hoy, insisto en que mantengan sus ojos fijos en los brazos extendidos de Cristo resucitado. Él está allí esperando para recibirlos, abrazarlos y derramar el amor de Dios Padre sobre ustedes. Ese amor no tiene límite; es puro; es invencible. Ni el contagio ni la muerte pueden conquistarlo.

Ha sido un momento doloroso, confuso y difícil para todos nosotros, pero en Cristo y su triunfo en la cruz, predomina el gran amor de Dios por nosotros. Ese amor trasciende nuestra comprensión humana y es más poderoso de lo que podemos comprender. Nunca nos fallará.

Entonces, en esta Pascua, miremos a Dios con corazones y mentes renovados. Que su amor fluya a través de nosotros y nos inspire a cuidarnos unos a otros con ternura y misericordia. Oremos también por los enfermos, los que sufren, los que los cuidan; los profesionales de la salud y nuestros funcionarios electos.

Estos días aparentemente siniestros pasarán y permaneceremos unidos como una familia cristiana, como un pueblo de esperanza. Que Dios los bendiga a ustedes y a sus seres queridos en abundancia y que la paz y la alegría de la resurrección estén siempre con ustedes.»

+ Nelson J. Pérez

 Arzobispo de Filadelfia