Por Lou Baldwin
Redacción del CS&T

Hace un año más o menos, Bethany Welch trabajó para un grupo de expertos sin fines de lucro, en el estado de Nueva York, como una analista de regulaciones de servicios sociales y el sueldo era muy bueno. Entonces supo que el Centro Providencia, un pequeño programa de alcance en la Calle 4 y Lehigh en Filadelfia Norte, estaba buscando un director ejecutivo. El sueldo no sería lo suficientemente bueno, pero ella rezó por eso, aplicó y fue aceptada. Y ahora a los 31 de edad, aquí, ella está.

El viaje de Welch a Filadelfia Norte era mucho más una jornada espiritual que un viaje físico. Como su nombre de pila implica, ella viene de un sólido linaje protestante con temor a Dios. Es originaria de Rochester, obtuvo su grado de estudiante universitario en diseño gráfico y comunicación en el Roberts Wesleyan, un colegio de artes liberales cristianas muy respetado en Rochester.

Como parte de sus estudios, hizo una práctica con una agencia de ayuda alimenticia y descubrió que la defensa y la justicia social era su vocación verdadera. Después de la universidad, en el 2003 ella se afilió a Americorps VISTA, la agencia de servicio antipobreza nacional, y eso es lo que primero la trajo a Filadelfia para trabajar con la fundación del todavía no abierto, patrocinado por la arquidiócesis, Centro de Comunidad Cardenal Bevilacqua, en el área de Kensington.

Trabajar en un ambiente católico era totalmente una nueva experiencia. Ella había crecido en una cultura que enseñaba que el deber cristiano era ayudar al pobre, pero que la pobreza era por lo general causada por nuestras propias imperfecciones.

«El sufrimiento era asociado con el pecado y el mal carácter», Welch dijo.

Este no era el punto de vista de los católicos con los que ella estaba trabajando, especialmente las mujeres religiosas que consideraban la pobreza como un tema mayormente de justicia.

«Ellas permanecían en el trabajo por años, nunca parecían agotarse. Ellas eran sustentadas por la eucaristía», Welch dijo.

Fue a través de este ejemplo, y bajo la dirección espiritual del padre (ahora monseñor) Hugh Shields, que ella entró en el programa de RICA y fue recibida dentro de la fe en la Pascua del 2005 en la parroquia Visitación. Aunque ya su familia cambió su punto de vista con respecto a su decisión, en aquel momento la desaprobó, y la mayor parte de su apoyo moral vino a través de la parroquia y especialmente a través de las Servidoras del Sagrado Corazón.

Después de su servicio en Vista, Welch regresó a Nueva York, y mientras trabajaba, obtuvo su maestría en Administración de Educación Superior en la Universidad de Rochester, y su doctorado en Política Social Urbana en la Universidad de Delaware. Pero ella nunca olvidó Filadelfia Norte.

La oportunidad en la Casa Providencia era especialmente atractiva. Es, ella dijo, un ministerio patrocinado de las Hermanas del Santo Niño Jesús. «Su fundadora, Cornelia Connelly resuena conmigo», dijo ella.

La Casa Providencia, cuyo nombre proviene de Nuestra Señora de la Providencia −una devoción especial entre los católicos puertorriqueños− fue inaugurada por las Hermanas del Santo Niño Jesús después que la iglesia San Eduardo, antiguamente en las calles 8 y York, cerrara en 1993.

«Fue una manera para las hermanas de mantener una presencia en el vecindario -Welch dijo. La hermana Nancy Hagenbach fue la directora fundadora y todavía tenemos una de las hermanas fundadoras, hermana Peggy Doherty, en el personal».

Un trabajo primordial de la Casa Providencia es ofrecer clases del idioma inglés para el enorme número de inmigrantes viviendo en el área, mayormente latino, pero también otros grupos étnicos, ella explicó. Otro trabajo es el programa después de la escuela para 85 niños aproximadamente, de kindergarten al grado séptimo, un trabajo del cual ella está orgullosa en decir que se ha logrado con la ayuda de mentores adolescentes descubiertos en la comunidad.

Como los asuntos de inmigración son en gran parte una de las dificultades que los recién llegados (y algunas veces no tan recién llegados) enfrentan, Welch trabaja duro por una reforma migratoria, como también lo hace la parroquia Visitación donde ella es miembro del consejo pastoral parroquial.

Mantener toda la operación en acción exige todas las destrezas adquiridas a través de su experiencia, y gran parte de la financiación proviene de los antiguos feligreses de San Eduardo y también de los contactos del Santo Niño.

Como las hermanas antes que ella, Welch está comprometida a la obra, ayudar al pobre, especialmente los inmigrantes y luchar por un trato mejor para ellos. Es obra de Dios y ésta es su vocación.

Lou Baldwin es escritor indepen-diente, y miembro de la parroquia San Leo.