Archbishop Charles J. Chaput

Es un hecho simple: criar a un niño con discapacidades puede ser difícil.

La verdadera opción de aceptar o rechazar a un niño con necesidades especiales nunca es entre una imaginaria perfección e imperfección. Ninguno de nosotros es perfecto. Ningún niño es perfecto. La verdadera opción de aceptar o rechazar a un niño con necesidades especiales es entre el amor y el desamor; entre el valor y la cobardía; entre la confianza y el miedo. Esa es la elección en nuestras vidas personales. Y esa es la elección en nuestra vida como sociedad.

La mayoría de los niños con discapacidades tiene una variedad de problemas de salud por toda la vida, algunos de ellos graves. La ayuda del gobierno es heterogénea. Los servicios para las personas con discapacidades, que a menudo carecen de los recursos, el poder del voto y los lobistas para defender sus intereses– no son sólidos. En algunos lugares, la ley exige buen apoyo y cuidado, pero los legisladores ignoran sus obligaciones de financiación y nadie los llama a contar. La fea realidad económica acerca de las personas discapacitadas es que, en términos puramente utilitarios, no valen la inversión.

Esa es la mala noticia;  pero también hay un montón de buenas noticias.  Un bebé con síndrome de Down, nacido en 1944, el año cuando yo nací, podía esperar vivir unos 25 años. Muchos pasaron toda su vida encerrados en instituciones públicas. Hoy en día, las personas con síndrome de Down a menudo sobreviven hasta 50 y 60 años.  La mayoría puede disfrutar de vidas felices y productivas. La mayoría vive con sus familias o comparte viviendas en grupos con supervisión modificada y cierta medida de autonomía personal. Muchos mantienen trabajos constantes en la fuerza de trabajo. Algunos se casan.  Algunos incluso han asistido a universidades.

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Y al igual que algunas personas prejuiciosa resienten la imperfección, la inconveniencia y los gastos, de las personas con discapacidades, muchas otras personas de intelecto y salud ‘normal’ ven en estas personas una invitación para ser sanados de sus propios pecados y fracasos aprendiendo cómo amar.

Muchas familias en este país están ahora esperando para adoptar a niños con discapacidades. Muchas de estas familias ya tienen, o conocen, un niño con necesidades especiales.  Ellos creen en el espíritu de estos hermosos niños, porque lo han visto personalmente. Muchas empresas en todo el país ahora contratan trabajadores con necesidades especiales. Los padres de estos especiales empleados dicen que tener un trabajo, no importa cuán tedioso, y ganar un sueldo, por pequeño que sea, les da orgullo y propósito a sus hijos –y estas cosas son más preciosas que el oro.

Uno de los puntos altos de mi año como obispo, cada año, es celebrar la misa para las personas con discapacidades –este año programada para el sábado 21 de marzo, en la catedral. Con el Encuentro Mundial de las Familias que se avecina este mes de septiembre, es el momento ideal para recordar que muchos de nuestras mejores familias católicas en la región de Filadelfia viven la experiencia cotidiana de amar y proteger a un niño o un adulto con discapacidades.

También es un buen momento para reconocer y agradecer a Dios por los actuales ministerios de la Iglesia en Filadelfia que reflejan nuestro compromiso con las personas con necesidades especiales: esfuerzos como Catholic Social Services Developmental Program Division, incluyendo Divine Providence Village; Don Guanella Services; St. Edmond’s Home; el Community Outreach Program; Life Sharing through Family Living; así como Catholic Special Education Schools; Learning Support Programs; y el ministerio de Deaf Apostolate.

Aún más importantes son los esfuerzos de muchas de nuestras parroquias para ser acogedoras y accesibles a las necesidades de los jóvenes y adultos con discapacidades. Muchas de nuestras parroquias hacen sus programas de educación religiosa disponibles a las necesidades de formación de niños y adultos con una variedad de discapacidades. La sensibilidad de nuestros párrocos y del clero en proporcionar los sacramentos a las personas con discapacidades y crear liturgias dominicales acogedoras también es admirable.

Además, desde el 2013, Lily’s Gift, una colaboración de Office for Persons with Disabilities, Catholic Social Services y Office of Life and Family, ha ofrecido apoyo continuo a parejas que reciben un diagnóstico prenatal deficiente que puede resultar en muerte o discapacidad de su hijo por nacer. Y compañeros de grupo entrenados que ellos mismos han tenido la experiencia de niños con necesidades especiales ofrecen apoyo emocional, espiritual y práctico para que los padres sepan que no están solos y que la vida de su bebé es valorada profundamente.

Aquí está mi punto esta semana: en los ojos de Dios, nada es más bello o valioso que una persona con necesidades especiales. Así que calurosamente animo a las familias que tienen miembros con discapacidades y a los feligreses que deseen unirse para mostrar su apoyo por el valor y la dignidad de toda la vida, a que me acompañen el 21 de marzo para la misa para  personas con necesidades especiales.  Sinceramente, espero verlos allí.

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Arzobispo Chaput será el celebrante principal y predicador en la anual, Philadelphia’s Annual Mass Honoring the Gifts for Persons with Disabilities, the Deaf Community, sus familias, amigos y las personas que los atienden.

Esta misa se celebrará el sábado 21 de marzo del 2015 a las 10:30 en la Catedral Basílica de Santos Pedro y Paul. Todos son bienvenidos a asistir.

Lea más acerca de la misa aquí o  reserve su asistencia aquí. Para mayor información llame la Oficina de Personas con Discapacidades al 215-587-3530.