Archbishop Charles Chaput, O.F.M. Cap.

El padre James Martin, S.J., habló en St. Joseph’s University a principios de esta semana (martes, 17 de septiembre) sobre temas relacionados con su libro Tender un Puente. Y como esperaba, llegó un buen número de mensajes a mi bandeja cuestionando su enseñanza sobre temas relacionadas con la homosexualidad e instándome a impedir su presentación. Un obispo local normalmente no puede hacer eso ya que la mayoría de las universidades católicas operan bajo la autoridad de la comunidad religiosa que las patrocina.

El padre Martin también ha sido, a veces, blanco de ásperos ataques personales. Como he dicho anteriormente, no hay excusa para tales ataques y no son propios de un cristiano.
En realidad, el Padre Martín ha buscado acompañar y apoyar a las personas con atracción al mismo sexo y disforia de género. Muchos de sus esfuerzos han sido loables y debemos subrayar con él la dignidad de las personas en tales situaciones.
Al mismo tiempo, un patrón de ambigüedad en sus afirmaciones tiende a socavar sus objetivos declarados, alejando a las personas del apoyo que necesitan para florecer auténticamente. Debido a la confusión causada por sus declaraciones y actividades con respecto a temas relacionados con la atracción al mismo sexo (LGBT), me parece necesario enfatizar que el Padre Martin no habla con autoridad en nombre de la Iglesia, y advertir a los fieles sobre algunas de sus afirmaciones.
Entre mis preocupaciones, indico lo siguiente:
1. El Padre Martin sugiere que las personas que experimentan atracción al mismo sexo y las personas con disforia de género deben ser reconocidas de acuerdo a su atracción y disforia, para lo que pide el uso de la frase “Católicos LGBT ” en los documentos y el lenguaje de la Iglesia. [ii] Pero, aunque la Iglesia enseña que el cuerpo es parte integral de la identidad humana, nuestros apetitos sexuales no definen quiénes somos. Si nos definiéramos principalmente por nuestras atracciones sexuales, entonces, para realizarnos deberíamos identificarnos con ellas y actuar en consecuencia.
En ese caso, cualquier llamado a negar o restringir nuestros apetitos sexuales equivaldría lógicamente a una represión e incluso crueldad. Esto es lo contrario de la enseñanza clara del Evangelio sobre como nuestra identidad se encuentra en Jesucristo, dado que somos creados a imagen y semejanza de Dios y llamados a ser hijos de Dios.
2. El padre Martin ha sugerido, en el pasado, que la gente nace “gay”. En sus propias palabras, “es un hecho que las personas nacen de esta manera… [una] verdad psicológica, psiquiátrica y biológica.” [iii] Es un mérito del Padre Martin que aparentemente ha modificado este punto de vista; estudios han demostrado recientemente que no existe el “gen gay”, y que la homosexualidad es el producto de una multiplicidad de factores.
Es cierto que muchas personas con atracción al mismo sexo están convencidas de haberla experimentado desde siempre, pero no existe un consenso científico firme sobre la causa. Además, las disposiciones genéticas —en la medida en que existen— no dicen nada sobre el beneficio o daño hacia el que disponen a quienes las tienen.
Cualquier sugerencia de que el comportamiento de una persona está predeterminado, y que la inteligencia y el libre albedrío tienen poco que ver con la formación y el control de sus apetitos sexuales, es a la vez falsa y destructiva, especialmente para los jóvenes.
3. El Padre Martin sugiere que la enseñanza católica sobre la atracción entre personas del mismo sexo como “objetivamente desordenada” (por ejemplo, en CIC 2358) es cruel y debe ser modificada. En sus palabras, “decir que una de las partes más profundas de una persona —la parte que da y recibe amor— está desordenada, es innecesariamente hiriente”. [iv] Pero aquí el Padre Martin tergiversa la doctrina católica. Como subrayaron los obispos de los Estados Unidos en su documento de 2006, Ministerio a las Personas con una Inclinación Homosexual: Directrices para el Cuidado Pastoral:
“Es de vital importancia entender que decir que una persona tiene una inclinación particular que está desordenada no equivale a decir que la persona en su conjunto está desordenada. Tampoco significa que Dios o la Iglesia la hayan rechazado. A veces la Iglesia es malinterpretada o tergiversada como si enseñase que las personas con inclinaciones homosexuales están objetivamente desordenadas, como si todo sobre ellas estuviera desordenado o fuera moralmente deficiente por esta inclinación. Más bien, el desorden está en esa inclinación particular, que no se ordena hacia el cumplimiento de los fines naturales de la sexualidad humana. Debido a esto, actuar de acuerdo con tal inclinación simplemente no puede contribuir al verdadero bien de la persona. Sin embargo, si bien la inclinación particular a los actos homosexuales está desordenada, la persona conserva su dignidad y su valor humano intrínseco.” [v]
Es útil recordar aquí que el Catecismo también describe la lujuria, las relaciones extramatrimoniales y el sexo anticonceptivo (2351), la masturbación (2352), e incluso los pecados no sexuales como la mentira y la calumnia (1753), como intrínsecamente “desordenados”. Sugerir que la sabiduría de la Iglesia, arraigada en la Palabra de Dios y en siglos de experiencia humana, es de alguna manera cruel o equivocada hace un grave daño a su misión.
Familias han sido destruidas por esta percepción errónea, y el Padre Martin lamentablemente añade ambigüedad a temas que exigen una liberadora claridad bíblica.
4. El Padre Martin se asocia con organizaciones como el New Ways Ministry, que se oponen a, o ignoran, la enseñanza de la Iglesia, y apoya acontecimientos como el mes del ORGULLO, que causan confusión en los fieles. Por el contrario, debemos reafirmar, como declaró la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) en su Carta de 1986 a los Obispos de la Iglesia Católica sobre el la Atención Pastoral a las Personas Homosexuales, que,
“Todo apoyo debe ser retirado a toda organización que pretenda socavar la enseñanza de la Iglesia, que sea ambigua al respecto, o que la ignore por completo. Tal apoyo, o incluso la apariencia de tal apoyo, puede ser gravemente malinterpretado.”
5. El Padre Martin —sin duda involuntariamente— promueve la esperanza de que las enseñanzas de la Iglesia sobre la sexualidad humana puedan cambiar. En su libro, Tender un Puente, escribe: “Para que una enseñanza sea realmente vinculante, se espera que sea recibida por el pueblo de Dios… Por lo que puedo ver, en la comunidad LGBT, la enseñanza de que las personas LGBT deben ser célibes toda su vida… no ha sido recibida.” [vi]
Uno podría fácil, y falsamente, inferir de tal lenguaje que la enseñanza de la Iglesia sobre la intimidad sexual carece de autoridad vinculante para los católicos que experimentan atracción al mismo sexo.
Es una vez más un mérito del Padre Martín haber subrayado que, “como sacerdote católico … nunca he … desafiado [las] enseñanzas de la Iglesia, ni lo haré”. [vii] Pero lo implícito u omitido a menudo habla tan fuertemente como lo que sí se dice, y en el contexto actual, las verdades incompletas, de hecho, presentan un desafío a la sana doctrina católica.
Cuando las personas escuchan que “la Iglesia acoge a los homosexuales” o necesita ser más “inclusiva y acogedora” sin escuchar también las condiciones para vivir una vida auténticamente cristiana, establecidas para todas las personas por Jesucristo y su Iglesia —es decir, vivir una vida de castidad— pueden fácilmente malinterpretar la naturaleza de la conversión cristiana y el discipulado.
Por esta razón, la enseñanza católica siempre requiere más que una afirmación educada o una aceptación pro forma, particularmente por parte de aquellos que comentan públicamente temas de doctrina. Los católicos fieles que experimentan atracción al mismo sexo necesitan apoyo y aliento para vivir la virtud de la castidad. Merecen escuchar —como todas las personas— la verdad sobre la sexualidad humana proclamada con claridad y convicción. Algo menos, carece de misericordia y justicia.
En su Carta de 1986, la Congregación para la Doctrina de la Fe advirtió,
“Esta Congregación quiere pedir a los Obispos que sean especialmente cautelosos con cualquier programa que pueda tratar de presionar a la Iglesia para que cambie su enseñanza, aun si afirma que no es su intención. Un examen cuidadoso de sus declaraciones públicas y de las actividades que promueven revela una ambigüedad diseñada para intentar engañar a los pastores y a los fieles”.
Los partidarios de los esfuerzos del Padre Martin dirán, correctamente, que varios líderes de la Iglesia han respaldado su trabajo. Esos Eclesiásticos son responsables de sus palabras — como yo de las mías, como pastor de la Iglesia en Filadelfia. Y específicamente en mi función de pastor, quiero extender la advertencia de la CDF a todos los fieles de la Iglesia en Filadelfia, con respecto a la ambigüedad en temas de homosexualidad que se encuentran a lo largo de las declaraciones y actividades del Padre James Martin.
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[i] Véasen, por ejemplo, los comentarios del P. Martin en “School defies Archdiocese of Indianapolis, refuses to fire teacher in same-sex marriage,” CBS News June 21, 2019.
[ii] James Martin, S.J., “Reflections on Two L.G.B.T. Questions at the Synod”, America, 12 de octubre de 2018; James Martin, S.J., Building a Bridge: How the Catholic Church and the LGBT Community Can Enter into a Relationship of Respect, Compassion and Sensitivity edition, Revised and expanded edition (Nueva York: HarperCollins, 2018), pág. 35.
[iii] De un video en Facebook titulado “Q&A about the Pope’s recent comment ‘God made you gay.’”.
[iv] Citado en Jonathan Merritt, “This Vatican Adviser is Moving Catholics towards LGBT Inclusion”, Religion News Service, 6 de junio de 2017.
[vii] James Martin, S.J., “What is the Official Church Teaching on Homosexuality? Responding to a Commonly Asked Question”, America, 6 April 2018.