Nuestro caminar espiritual
Hna. Ruth Bolarte

¡Deténganse y reconozcan que soy Dios! – Sal. 46:10

Años atrás, el Padre Leo me habló del libro por Josef Pieper, Tiempo libre, la base de la Cultura. Estuve intrigada por este concepto en medio de tantas tareas que había que hacer en el convento. Recientemente pude leer partes del libro y reflexionarlo.

Durante este verano tal vez planearemos tomar un tiempo libre. Y así hacer un alto en la rutina diaria de trabajo para descansar y retornar renovados. En nuestra sociedad de celulares y computadoras, se puede hacer difícil desconectarnos de los innumerables quehaceres por cumplir.

A veces, el “tiempo libre” se convierte en un intercambio de “tareas de trabajo” por una serie de “actividades de entretenimiento.” Tener un tiempo libre significa mucho más que no trabajar y tomar un descanso para ser más eficiente. Pieper afirma que tener un tiempo libre tiene valor en sí mismo.

Nuestras rutinas tan ocupadas pueden ser un obstáculo para “contemplar” a nuestro colega en la oficina, al niño jugando con su madre, al cartero, las fuertes olas del océano, nuestros pies que nos llevan de un lugar a otro, nuestro Dios que nos ama…Pieper dice que el “verdadero tiempo libre” es una “actitud de la mente y una condición del alma que suscita la capacidad de percibir la realidad del mundo.”

En otras palabras, tener un verdadero tiempo libre no es únicamente sentirme relajado sin trabajar. Tener un verdadero tiempo libre me impulsa a abandonar mis apegos y a abrirme a las posibilidades alrededor mío. Es una actitud en la que estoy dispuesto a recibir y hacerme vulnerable para reconocer y maravillarme de la creación de Dios.

Con esta disposición puedo contemplar al mundo como lo hace Dios. Es así que gozar de un verdadero tiempo libre es la base de la cultura ya que se crea un lugar, un espacio, y una actitud que nos invita a alabar a Dios. Y cuando alabamos a Dios podemos llegar a conocernos mejor, conocer al mundo, y reconocer el destino al cual hemos sido llamados por Dios.

Gozar de tiempo libre no siempre es el fruto de los bienes materiales. Todo lo contrario, podemos gozar de tiempo libre con mucha sencillez. Sin embargo, hay que reconocer que la pobreza y la opresión pueden prevenir a muchos de disfrutar de este privilegio. A medida que somos capaces de contemplar al mundo con los ojos de Dios, nos damos cuenta también de nuestra responsabilidad para combatir estas situaciones de injusticia en la sociedad.

Nosotros quienes no enfrentamos estas dificultades, a veces necesitamos ser liberados de nuestra “cultura de trabajo” para poder proclamar y celebrar a nuestro Dios cuya creación es buena (Gen. 1:3).

Mientras que escribo este artículo, me encuentro gozando de la playa, de la presencia del océano, de mis hermanas, del sabor de tres comidas al día, de las dinámicas culinarias, de las conversaciones alrededor, de los recuerdos de años atrás, de los gozos de hoy…del Dios que se regocija en mi ser! ¡Que sus tiempos libres sean una fuente de contemplación en sus vidas!

U

La Hna. Ruth Bolarte, I.H.M., es directora del Instituto Católico para Evangelización en Filadelfia.