Por Hna. Ruth Bolarte, I.H.M.

El pasado 5 de enero, celebramos la fiesta de San Juan Neumann, un santo muy especial para Filadelfia ya que fue su cuarto obispo.

San Juan Neumann dejo su tierra, Bohemia, para poder cumplir la llamada de Dios al sacerdocio. Una vez que fue ordenado, pasó la mayor parte de su tiempo viajando de pueblo en pueblo cuidando del pueblo de Dios en esta su nueva tierra.

Su amor y preocupación por todos, lo llevo a organizar el sistema diocesano de las escuelas católicas y a aprender los idiomas de su gente. El podía escuchar confesiones en seis idiomas diferentes. Se dice que cuando se inició la inmigración irlandesa, se puso a aprender Gaelic, el idioma nativo de Irlanda. Lo aprendió tan bien, que se cuenta que una señora dijo «¡No es grandioso que tengamos un obispo irlandés!»

Como el Buen Pastor, san Juan Neumann dio su vida por sus ovejas, proveyendo por sus necesidades y guiándolas a la salvación (Papa Pablo VI).

Este mes también celebramos en los Estados Unidos la vida de Martin Luther King Jr.-uno de los personajes más reverenciados en la historia reciente de los Estados Unidos. Como San Juan Neumann, la vida del Dr. King fue una expresión de servicio y sacrificio cimentado en la fe cristiana, la oración y la perseverancia.

El fue instrumental en el fin de la segregación legal en los Estados Unidos y el empoderamiento de a la comunidad Afroamericana. Martin Luther King creía que los principios espirituales guiados por el amor pueden triunfar sobre las políticas llevadas por el odio y el miedo.

El obispo Neumann y el Dr. King estaban llenos de una pasión que inflamaba su visión y su compromiso religioso a través de su liderazgo sacrificado. Ambos acogieron a Cristo a través de sus acciones en este mundo.

Como seguidores de Cristo, estamos motivados a servir a nuestros hermanos y hermanas que son perseguidos, oprimidos y quienes viven en los márgenes de la sociedad ,no simplemente por buena voluntad o un compromiso con la justicia. Nos ocupamos de los más vulnerables, porque Jesucristo, el Hijo de Dios, buscó al pobre y a los más abandonados. En imitación de Cristo, quien se dio el trabajo de encontrar al perdido y al pecador, nosotros nos damos el trabajo de aprender un idioma, de perdonar, de viajar, de retar las estructuras de opresión, de rezar…

Este nuevo año del 2010, el Evangelio nos reta a ser partícipes por medio de nuestras acciones, así como nuestras oraciones, a ser a voz a favor de justicia para nuestros hermanos y hermanas sin documentos, por las víctimas del tráfico humano, por los que están con frío y sin hogar, por los que son discriminados, por los que son negados del don de la vida; ¡el silencio no es una opción!

Solo así, estaremos acogiendo al Hijo de Dios encarnado, Jesús.

La Hna. Ruth Bolarte, I.H.M., es directora del Instituto Católico para Evangelización en Filadelfia.