Hna. Ruth Bolarte, I.H.M.
En la película «Invictus», Francois Pienaar se pregunta cómo Nelson Mandela pudo pasar treinta años en la prisión, salir y perdonar a los que lo pusieron ahí.
Algunos de nosotros tal vez nos preguntamos también como puede ser que víctimas de la violencia puedan llegar a ser instrumentos de paz. En la película, Mandela no se conforma con un país spanidido donde “los blancos aclaman a Sudafrica y los negros a Inglaterra.”
El Presidente de Sudafrica entiende que la reconciliación es el fruto de la liberación-liberación del que oprime y del oprimido. ¡Solamente una Sudafrica unida puede ser verdaderamente libre!##M;[lea mas]##
Este mes, celebramos el Mes de la Historia Negra-la historia de una comunidad que sufrió las fuerzas deshumanas de la esclavitud, el prejuicio racial, y la opresión. En la carta, Lo Que Hemos Visto y Oído, los Obispos Negros de los Estados Unidos urgen a sus hermanos y hermanas católicos negros «quienes son hijos e hijas del dolor a que sean ahora puentes de reconciliación. Que nosotros que venimos de la violencia seamos medios de compasión. Que nosotros hijos e hijas del cautiverio, seamos mensajeros de paz». Otra vez, algunos diremos, ¿Cómo puede ser esto?
A veces, nuestros hermanos y hermanas a quienes se les ha negado su libertad y han sido víctimas de abusos en contra de su dignidad humana atesoran mucho el regalo de la libertad. Como cualquier don de Dios, la libertad implica una responsabilidad. Somos responsables ante Dios por este regalo en las vidas de los demás. Tal vez, esta fue la fuerza que motivó a Nelson Mandela y tantos otros en sus esfuerzos para retar las injusticias en nuestra sociedad «ya que a menos que todos sean libres, nadie es libre» (Lo Que Hemos Visto y Oído).
El mensaje de los Evangelios de Jesús nos llama al perdón y a la reconciliación. La reconciliación es posible porque Cristo la hizo posible por medio del misterio Pascual (Col. 1:20). Así, la reconciliación es el trabajo de Dios dentro de nosotros el cual nos mueve a la reconciliación con nuestros hermanos y hermanas.
La verdad y la justicia son dimensiones esenciales de la reconciliación. La reconciliación se inicia cuando podemos enfrentar y articular la verdad de las injusticias perpetradas en contra del otro.
A medida que nos reconciliamos el uno al otro, víctima y opresor, se convierten en una nueva creación. Juntos pueden crear una nueva manera de vivir donde hay una equidad mutua de ambas partes.
Durante esta Cuaresma que se acerca, tratemos de buscar oportunidades de reconciliación-con Dios y con el otro-porque por la sangre de Cristo somos uno.
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La Hna. Ruth Bolarte, I.H.M., es directora del Instituto Católico para Evangelización en Filadelfia.
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