Por George GregoryRedacción del CS&T
En 1993, el cambio de datos demográficos en las secciones de Fairhill y Kensington, en Filadelfia, obligó a la Arquidiócesis a cerrar tres parroquias locales: San Eduardo el Confesor, San Buenaventura y San Enrique. Cuando el crimen y la violencia aumentaron en el área, las Hermanas del Santo Niño Jesús, quienes componían el personal de la Escuela San Eduardo, establecieron el Centro Providencia para llenar el vacío que fue dejado en la vecindad.
Hoy los servicios ofrecidos incluyen instrucción en inglés como una segunda lengua (ESL por sus siglas en inglés), un ambiente de aprendizaje seguro, programas después de la escuela para los jóvenes del área, retiros para el vecindario, conexiones con recursos locales y un programa de desarrollo de liderazgo para consejeros adolescentes.
El objetivo primario del programa de consejería de adolescentes, es reducir el número de adolescentes que dejan la escuela secundaria. Esto se logra alentando la asistencia, los logros académicos y la participación en los estudios y actividades de la secundaria; cultivando el interés y facilitando el acceso a los estudios post secundaria; enseñando responsabilidad y habilidades para lograr éxito en el trabajo; y proporcionando un salario por hora para los proyectos importantes después de la escuela.
«Este programa no sólo es una experiencia a corto plazo, sino más bien un esfuerzo para ayudar a formar a estos adolescentes en mejores personas en el futuro», dijo Gloria Rodríguez-Soto, directora del programa.
Logra que estudiantes de secundaria, de edades de 15 a 18 años, trabajen con grupos pequeños desde el preescolar hasta sexto grado. Los consejeros trabajan con su grupo durante el año escolar, ayudando con las tareas escolares y tutoría. También supervisan las clases de enriquecimiento y viajes de estudio con sus grupos.
La mayor parte de estos consejeros adolescentes son bilingües y vienen de un ambiente similar al de los niños que ellos ayudan. Ellos preparan sus grupos para una presentación mensual y son responsables de dar seguimiento al progreso de los niños.
Además de su trabajo con los estudiantes más jóvenes, los consejeros visitan recintos universitarios y escuelas de formación, y los antiguos consejeros comparten sus experiencias de colegio con los nuevos consejeros.
«El programa definitivamente aumenta la participación de los consejeros con su propia educación, -dijo Bethany Welch, directora ejecutiva del Centro Providencia.
Los apoya y estimula para conseguir éxito académico, y los inspira a pensar en sus propias metas en la vida».
Los consejeros adolescentes tienen una tasa de graduación de un 100 por ciento, y la mayoría continúa en una universidad o escuela profesional después de la graduación.
«Yo llegué aquí sabiendo muy poco sobre la vida, y cada día me voy sabiendo más, -dijo Paola López, de 15 años, feligrés de la parroquia Santa Verónica y estudiante de segundo año de Mercy Vocational, escuela secundaria católica en Filadelfia. Es mucha la necesidad de estos estudiantes de tener modelos a imitar, y yo me inspiro cada día».
Para la mayor parte de los adolescentes que trabajan en el programa, éste es su primer trabajo real, y esto les hace adquirir un sentido de valor e independencia al ganar su propio dinero, mientras que al mismo tiempo enriquecen sus comunidades locales.
«Trabajar en el Centro Providencia como consejero adolescente es una oportunidad increíble, y es un gran modo para un adolescente como yo, de poder ayudar a educar y compartir con los jóvenes del barrio», dijo Crystal Martínez, de 16 años, miembro de la parroquia Visitación B.V.M. y en segundo año en la escuela secundaria Little Flower, en Filadelfia.
Para Rodríguez-Soto, los consejeros son un ejemplo del deseo de contribuir a la comunidad.
«Ellos están muy dispuestos y con deseos de probar cosas nuevas en el campo en el que están trabajando, y es gratificante ver a los estudiantes como Crystal, que fueron una vez aconsejados en el programa, llegar a ser consejeros ellos mismos», dijo.
George Gregory es escritor independiente y miembro de la parroquia Santa Cecilia en Coatesville.