Vivir bien no es otra cosa que amar a Dios con todo el corazón, con toda su alma y con todo el obrar; de esto surge que el amor se mantiene entero e incorrupto (a través de la templanza). Ninguna desgracia puede molestarlo (y se trata de fortaleza). Obedece sólo a [Dios] (y esto es justicia) y tiene cuidado en discernir las cosas, para no ser sorprendidos por engaño o mentira (y esto es prudencia).

– Agustín


El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que la prudencia es la auriga virtutum, la «guía de las virtudes». Es la «razón recta en acción», la guía para la correcta aplicación de todas las demás virtudes. Una acción precipitada, no importa cuán bien intencionada, viola la prudencia y por lo general hace más daño que bien. Dios nos dio cerebro. Él espera que lo utilicemos para perseguir juiciosamente el criterio moral supremo para los demás y para nosotros mismos.

Al mismo tiempo, el Catecismo advierte que la prudencia nunca debe ser utilizada como una excusa para la «timidez o el temor, la doblez o la disimulación». La prudencia verdadera tiene un espinazo llamado fortaleza, la virtud que más comúnmente se conoce como el valor. Y el valor, en las palabras de CS Lewis, «no es simplemente una virtud, sino la forma de todas las virtudes en los momentos adversos».
He aquí por qué estas dos virtudes son vitales en las próximas semanas. El viernes, 1 de febrero, la administración Obama emitió para comentario público un conjunto de normas que rigen la revisión del «mandato de anticonceptivos» del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS por sus siglas en inglés). A primera vista, las nuevas reglas les han parecido a algunas personas como una modesta mejora. Parece que ellas expanden, de forma limitada, el tipo de entidades religiosas afiliadas que pueden reclamar la exención de proporcionar cobertura de seguro para los servicios de anticoncepción y aborto bajo el nuevo Affordable Care Act (Acta de Cuidado de Salud Asequible).

Los defensores y simpatizantes de la Casa Blanca han acogido con satisfacción la propuesta. El New York Times la llamó «un buen acuerdo». Grupos como la Unión Americana de Libertades Civiles(ACLU por sus siglas en inglés) y NARAL Prochoice America la han elogiado.Y por lo menos un columnista del Washington Post inverosímilmente lo ha declarado una victoria para los obispos católicos de Estados Unidos.

El problema es que las nuevas reglas son muy complejas. Y en realidad pueden empeorar las cosas. En palabras de Gerard Bradley, profesor de derecho de Notre Dame:
«Medir el efecto neto de la propuesta del nuevo gobierno [es] peligroso. Pero uno puede decir con seguridad lo siguiente: (1) los hospitales religiosos son, como antes, no exentos empleadores religiosos; (2) las organizaciones benéficas religiosas probablemente no son exentas tampoco, a no ser que sean corridas desde una iglesia o se hallen estrechamente integradas con una iglesia. Por lo tanto, la operación de San Vicente de Paúl de una parroquia o diócesis sería exenta como empleador religioso», mientras que Caridades Católicas no lo sería; (3) la nueva propuesta es probable (o no) que haga a las escuelas primarias empleadores religiosos exentos. Sin embargo, las escuelas católicas de segunda enseñanza son un asunto diferente. Alguna podría calificar como empleador religioso. Muy probablemente no sucederá.

Es seguro que los colegios y universidades católicos no califican como empleadores religiosos exentos. La nueva propuesta incluye, sin embargo, “una ‘adaptación” revisada para al menos algunas de estas instituciones, así como algunos hospitales e instituciones de beneficencia. La propuesta refina los primeros esfuerzos de la administración para aislar de alguna manera los colegios y universidades de complicidad inmoral en la anticoncepción, principalmente cambiando -al menos nominalmente- el costo y la administración de los servicios inmorales ya sea al emisor de seguro médico (piense Blue Cross) o al administrador del plan (para entidades autoaseguradas, como Notre Dame) Esta propuesta añade algunas capas adicionales a los primeros intentos para aislar a las escuelas, pero no hay nada incluido de decisiva importancia moral».

La Casa Blanca no ha hecho concesiones a las demandas de conciencia religiosa de las empresas privadas, y todo el espíritu del «acuerdo» es minimalista.
Como resultado, el último «acuerdo» de la Casa Blanca ya tiene una ola de críticos, incluyendo respetadas empresas nacionales de derecho de libertad religiosa, como el Becket Fund (Fondo Becket) y la Alliance Defending Freedom (Alianza por Defensa de la Libertad). Y muchas son más severas que el profesor Bradley en sus análisis.

El erudito Yuval Levin ha subrayado que la nueva propuesta del mandato de HHS, «al igual que las versiones que le han precedido, revela una total falta de comprensión tanto de la libertad religiosa como de la conciencia religiosa». En realidad, a pesar de la apariencia de un acuerdo, «el gobierno ha forzado una confrontación innecesaria y evitable por completo y, a sabiendas, pone a muchos creyentes en una situación imposible».

Uno de los temas que los obispos de Estados Unidos enfrentan ahora es cómo responder de la mejor manera a un mandato de HHS que permanece innecesario, coercitivo y gravemente defectuoso. En las próximas semanas los obispos de nuestro país, yo mismo incluido, necesitaremos tanto la prudencia como el valor -el tipo de valor que da espinazo a la prudencia y da como resultado la acción correcta-, sin importar el costo. Por favor, oren para que Dios guíe nuestros debates.