Declaración de los Obispos Católicos de Pennsylvania:
La mayoría de los pensilvanos tienen sus raíces en familias de inmigrantes. Cada familia guarda una historia única, pero gran cantidad de estas historias hablan de antepasados trabajadores y llenos de fe que llegaron a los Estados Unidos persiguiendo un sueño y trabajaron duro para cumplirlo.
Los inmigrantes han contribuido significativamente para el crecimiento de nuestro país. La Iglesia Católica siempre ha proporcionado servicios espirituales y sociales a los inmigrantes basándose en la firme creencia de que estos merecen los mismos derechos y libertades fundamentales que le corresponden a todo hijo de Dios. Nuestra Iglesia es una Iglesia inmigrante, edificada por nuestros antepasados, aquellos que dejaron situaciones difíciles en el exterior para establecer comunidades donde pudieran trabajar, mantener a sus familias y ser libres para practicar su culto y vivir de acuerdo con sus creencias. Los inmigrantes de hoy buscan esas mismas oportunidades.
En los Estados Unidos viven actualmente millones de inmigrantes indocumentados. Muchos dejaron sus países natales huyendo de la pobreza y la persecución. La enorme mayoría es gente muy trabajadora y no representa ninguna amenaza para nadie. Los estadounidenses estamos preocupados, y con razón, por la seguridad pública de nuestra nación, el respeto por la ley y la solvencia de nuestras instituciones públicas. Como estado soberano tenemos derecho a controlar y proteger nuestras fronteras. Sin embargo, estas cuestiones legítimas no nos eximen de nuestra responsabilidad de componer un sistema de inmigración quebrantado que a menudo no protege la dignidad básica de los hombres, mujeres y niños que llegan aquí buscando una vida mejor.
La Iglesia pretende una reforma migratoria justa y realista que defienda la dignidad concedida por Dios a cada ser humano. Así nos lo enseñó Jesús: “Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”. (Mt. 25, 35-41) Por lo tanto, nosotros, los Obispos Católicos de Pennsylvania les rogamos su apoyo para reformas que apunten a lo siguiente:
* Ofrecer un camino razonable hacia la ciudadanía a las personas indocumentadas que viven en los Estados Unidos.
* Preservar y fortalecer la unidad familiar como pilar de nuestro sistema de inmigración.
* Ofrecer vías legales para que los inmigrantes poco calificados puedan trabajar en los Estados Unidos.
* Restituir y respetar los derechos al debido proceso de los individuos arrestados por cuestiones del sistema de inmigración.
* Promover esfuerzos para abordar las causas profundas de la migración tales como la pobreza y la persecución.
Las personas de buena voluntad pueden legítimamente no estar de acuerdo con las particularidades de la reforma migratoria, pero, claramente, componer el sistema quebrantado es una deuda que los Estados Unidos vienen acarreando desde hace mucho tiempo. Por favor, envíe hoy un mensaje a los funcionarios elegidos por voto popular visitando el sitio www.pacatholic.org y haciendo clic en “Pass Immigration Reform” [Sancionar reforma migratoria], o llame al conmutador del Capitolio de los Estados Unidos, 202-225-3121, y pida que lo comuniquen con las oficinas de los miembros del Congreso.
Que Dios nos dé el valor de reconstruir nuestro sistema de inmigración en un espíritu que proteja la seguridad de nuestra nación, pero que al mismo tiempo acoja y respete a los extranjeros entre nosotros.
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