En su presentación inaugurando su campaña presidencial, el billonario Donald Trump sugirió que la mayoría de los inmigrantes mexicanos son criminales, “traen drogas. Ellos traen crimen. Son violadores”. Concedió a posteriori, “Y algunos, supongo, son buena gente”.
Al ver Trump aumentando su popularidad, otros candidatos emularon su retórica anti-inmigrante, haciéndonos conscientes de nuestra herencia de rechazo y violencia.
En Agosto, según un reportaje en el periódico The Boston Globe, dos hombres de sur de Boston, Scott Leader, de 38 años, y su hermano, Steve, con 30 años, regresaban de un partido de beisbol, cuando encontraron a un hombre hispano desamparado durmiendo en frente de una estación del tren.
Ellos, con muchos antecedentes penales, según el periódico, orinaron en la cara del desamparado, lo golpearon a puños y con un palo. Las autoridades enviaron al desamparado al Centro Médico de Boston, su nariz fracturada y lesiones en la cabeza y el cuerpo, donde todavía estaba el día siguiente.
La policía arrestó a los agresores por múltiples cargos. El hermano mayor dijo, según la policía, que el asalto era justificado porque el desamparado era hispano. Añadió, segun la policia: “Donald Trump tiene razón;todos estos ilegales deben ser deportados”.
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Los agresores no chequearon, ni sabian el estatus migratorio del desamparado. Vieron que su rostro era café y concluyeron que no pertenecía en Estados Unidos. Ese prejuicio tiene una larga historia, empezando desde mediados del siglo 19 cuando Estados Unidos conquistó a México y le arrebató la mitad de su territorio.
Aunque el Tratado de Guadalupe-Hidalgo otorgó ciudadanía estadounidense a los hispanos en los territorios conquistados, muchos norteamericanos estaban de acuerdo con la idea de que solo gente de cierto color de piel tiene derecho a ser parte de la unión.
Parece que esa idea todavía tiene su apoyo.
Cuando Trump fue a Mobile, Alabama, a dar un discurso político, Jim Sherota, un jardinero de 53 años citado por The New York Times, expresó esperanza que Trump, al ser elegido, “hiciera la frontera mexicana un sitio de vacación (donde) va a costar $25 por un permiso, y luego uno recibirá $50 por cada matanza confirmada. Sería una cosa buena!”
De los 54 millones de latinos ahora en Estados Unidos, millones son descendientes de gente que nunca cruzó la frontera para entrar a Estados Unidos. Mi familia simplemente se mudo de una parte de Nueva España a otra cuando vino a Nuevo México en 1693.
Ricardo Aca, quien emigró sin documentos de México a Nueva York con su Mamá en 2005 y ahora tiene permiso para trabajar, valientemente le respondió a Trump.
Aca, de Queens, Nueva York, terminó su bachillerato y se graduó de una escuela superior, y tiene dos trabajos. En uno de los trabajos es ayudante de camarero en un restaurante dentro del hotel Trump SoHo, y trabaja como asistente en un laboratorio de fotos. Aca hizo un video con un amigo desafiando las opiniones de Trump. El video, puesto en Facebook, fue visto por 300,000 personas en menos de 24 horas.
Aca vió un mal y trato de corregirlo. “Esto (lo que dijo Trump) no es lo que somos, no es lo que yo soy, no es nadie que yo conozca quien es inmigrante”.
En Mobile, Trump dijo que la Biblia es su libro favorito, pero su mensaje es contrario a lo que se encuentra en Levítico 19:33 : “Si un extranjero se instala en la tierra de ustedes, no lo molestaran”.
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