Maria-Pia Negro Chin

Maria-Pia Negro Chin

Este mes, la intención de la oración del papa Francisco, según el Apostolado de la Oración, es “por los jóvenes, para que sepan responder con generosidad a su propia vocación; considerando seriamente también la posibilidad de consagrarse al Señor en el sacerdocio o en la vida consagrada”.

¿Qué hace que los jóvenes quieran ofrecer toda su vida a Dios de esta manera?

Discernir “el llamado” a una vida religiosa es diferente para cada persona. La hermana Jennifer Barrow, quien profesó sus primeros votos el año pasado, dijo que sus primeros pensamientos sobre consagrarse a la vida religiosa tuvieron lugar en la escuela secundaria y en la universidad. “Realmente no sabía lo que significaba”, dijo, reflexionando sobre su recorrido.

[hotblock]

Después de la universidad, completó un año de servicio con Mercy Volunteer Corps, un programa de voluntariado de las Hermanas de la Misericordia de las Américas. Mientras servía a personas en Texas, se dio cuenta de que se sentía atraída por “la alegría de las Hermanas (de la Misericordia), su oración y el cuidado que muestran en la comunidad, la forma en que participan en el servicio”.

Luego, la hermana Barrow fue a la escuela de derecho mientras se embarcaba en un proceso de discernimiento con un director espiritual y un ministro de vocaciones. Durante este tiempo de indagación, ella también visitó la comunidad de su futura orden religiosa y fue a retiros espirituales. El carisma de las Hermanas de la Misericordia resonó en su corazón y después de la escuela de derecho, inició el proceso de aplicación para convertirse en una Hermana de la Misericordia, un proceso que toma por lo menos siete años.

Como muchos otros religiosos y sacerdotes, la hermana Barrow participó con devoción y discernimiento durante este proceso. Discernir la voz y el llamado del Espíritu Santo comparándolos a otros llamados o deseos en la vida puede ayudar a las personas, especialmente a los jóvenes, a dirigirse hacia su real vocacion.

Dios llama a personas con diferentes orígenes, personalidades y experiencias de vida.

Como reportera, además de conocer a sacerdotes diocesanos de todo el mundo, una vez conocí a un hermano franciscano capuchino, que en su juventud había formado parte de una pandilla, más tarde persiguió una carrera en finanzas y luego se dio cuenta de que su vocación era servir a Dios y ponerse un hábito franciscano color marrón.

También conocí a una joven miembro de las Hermanas Pobres Bonaerenses de San José, que se planteó las interrogantes “¿Cómo sé que Dios me está llamando?” y “¿Dios me está llamando a vivir una vida para él como persona religiosa?” poco después de emigrar de El Salvador.

[hotblock2]

Recientemente hablé con dos jóvenes quienes, después de un largo proceso, están a punto de ser sacerdotes Maryknoll y serán enviados a uno de los más de 20 países donde la sociedad misionera sirve.

Todos sus experiencias vocacionales son únicas y la mano de Dios es evidente en los eventos que los llevaron al punto de discernir y tomar la decisión. Una vez que descubrieron su vocación, respondieron libremente al llamado de Dios; pero esto también era un proceso de discernimiento continuo y luego de compromiso vivificante.

La Escritura, la oración y la Eucaristía son elementos que tuvieron en común en sus recorridos para descubrir sus vocaciones y estos elementos perduran mientras responden a su llamada.

La hermana Barrow, que ahora se desempeña como abogada de interés público en la práctica de la ley de vivienda, les dice a los jóvenes: “No tengan miedo de iniciar el proceso de discernimiento”, que puede hacerse con oficinas de vocación diocesanas, con una comunidad religiosa o  seminario mientras trabajan con un director espiritual.

“El discernimiento es realmente un compromiso para profundizar su relación con Dios y estar abierto a (dondequiera) que esto te lleve”, dijo.