WASHINGTON (CNS) — Cuatro empleados de Catholic Relief Services (CRS) que iban a un entrenamiento en Nairobi, capital de Kenia, estaban entre los pasajeros a bordo del avión de Aerolíneas Etíopes que se estrelló momentos después de despegar de Adís Abeba, capital de Etiopía, una nación al este de África.
El accidente del 10 de marzo cobró la vida de las 157 personas a bordo, muchos de ellos de agencias humanitarias.
Entre los pasajeros del vuelo también estaba un estudiante de la facultad de derecho de la Universidad Georgetown, quien servía en la pastoral universitaria y 19 funcionarios de agencias de la ONU. Entre los que perdieron la vida en el accidente también están dos religiosas kenianas, el padre misionero de Mariannhill George Kageche Mukua y una monja no identificada.
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El papa Francisco ofreció plegarias por los pasajeros de 35 países en un telegrama el 11 de marzo.
“Al enterarse con tristeza del accidente aéreo de Aerolíneas Etíopes, su Santidad el papa Francisco ofrece oraciones por los difuntos de varios países y encomienda sus almas a la misericordia de Dios Todopoderoso. El papa Francisco envía sus más sentidas condolencias a sus familias e invoca las bendiciones divinas de consuelo y fortaleza para quienes lloran esta trágica pérdida”, según el telegrama del cardenal Pietro Parolin, secretario de estado del Vaticano.
En un comunicado del 11 de marzo, Catholic Relief Services compartió la noticia de la tragedia que involucra a sus empleados, todos ciudadanos etíopes.
Los fallecidos son: Getnet Alemayehu, Mulusew Alemu, Sintayehu Aymeku y Sara Chalachew. Ellos trabajaban en puestos administrativos en CRS.
“Aunque estamos de luto, celebramos la vida de estos colegas y las generosas contribuciones que aportaron a nuestra misión, a pesar de los riesgos y sacrificios que el trabajo humanitario a menudo puede implicar”, dijo CRS. “Nuestros pensamientos y oraciones están con sus familias y todos aquellos que perdieron un ser querido a raíz de esta tragedia”.
Catholic Relief Services es la agencia internacional de ayuda humanitaria y desarrollo de los obispos de EEUU. En Washington, el cardenal Daniel N. DiNardo de Galveston-Houston, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, expresó tristeza por “la muerte de cuatro de nuestros queridos colegas”.
En una carta al obispo maronita Gregory Mansour, presidente de la junta directiva de CRS, el cardenal dijo que le había pedido a todos los obispos de los EEUU que recen por el reposo de las almas de los cuatro empleados.
“Qué el consuelo al acogerlos el Salvador, sea ahora una fuente de alivio para sus seres queridos y compañeros de labores en este difícil y doloroso día”, escribió el cardenal DiNardo el 11 de marzo.
También estaba entre los pasajeros, Cedric Asiavugwa, un estudiante de tercer año de derecho de la Universidad Georgetown y servidor en el ministerio pastoral en el recinto. Una carta dirigida a la comunidad de Georgetown el 10 de marzo explicaba que él se dirigía a su casa en Nairobi debido al fallecimiento de la madre de su novia.
“Con su muerte, la familia de Georgetown ha perdido un estudiante brillante, un gran amigo para muchos y un dedicado campeón por la justicia social en África Oriental y el mundo”, según la carta del padre jesuita Mark Bosco, vicepresidente ejecutivo y decano de la facultad de derecho de Georgetown.
Asiavugwa era un ministro dedicado a las residencias en Georgetown. Había servido como subdirector de desarrollo en la Escuela Secundaria San Luis Gonzaga, una escuela gratis para huérfanos con VIH/SIDA en Nairobi, antes de inscribirse en la facultad de derecho. También había servido a personas refugiadas y marginadas en Kenia, Uganda, Tanzania y Zimbaue antes de inscribirse en Georgetown –según la carta.
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Durante el actual semestre en Georgetown, Asiavugwa estaba inscrito en la clínica jurídica del Centro para Estudios Legales Aplicados y trabajaba con refugiados que buscan asilo en los EEUU.
“La meta de Cedric era regresar a Kenia después de sus estudios para seguir su carrera promoviendo los derechos de los refugiados en África Oriental y más allá”, escribió el padre Bosco.
El día del accidente, los obispos católicos de Etiopía también enviaron condolencias y ofrecieron plegarias “por aquellos que perdieron la vida, para que puedan descansar en paz en el cielo”.
“Le pedimos a nuestro Señor que consuele los corazones de las familias de aquellos que murieron, de todos los empleados de Aerolíneas Etíopes y del pueblo de Etiopía”, dice el comunicado de los obispos emitido en el idioma amárico de ese país.
“Particularmente rezamos por los empleados de Aerolíneas Etíopes, para que el Espíritu Santo les conceda la fortaleza de continuar su muy reconocido servicio a todos los clientes de Aerolíneas Etíopes”, dijeron los obispos.
David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), lamentó la pérdida de siete empleados de su agencia en un comunicado fechado el 10 de marzo.
“Estando de luto, reflexionemos en que cada uno de estos colegas del WFP estaba dispuesto a viajar y trabajar lejos de su hogar y sus seres queridos para ayudar a que el mundo sea un mejor lugar para vivir. Ese era su llamado, como lo es para el resto de la familia del WFP”, dijo.
En la lista de los fallecidos difundida por Aerolíneas Etíopes están 32 kenianos, 18 canadienses, 8 estadounidenses y otros ciudadanos de China, India, Israel, Arabia Saudita y Somalia.
Funcionarios de aviación de Etiopía están investigando el accidente, el segundo en los últimos meses, y ambos tienen en común el nuevo modelo de avión Boeing 737 Max 8. En Octubre, en un vuelo de Lyon Air murieron 189 personas en Indonesia.
Este avión ha sido el caballito de batalla para las aerolíneas del mundo y ha sido el avión más vendido de la compañía. China y Etiopía suspendieron el 11 de marzo todos los vuelos con este moderno avión de pasajeros.
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de EEUU (NTSB, por sus siglas en inglés), envió cuatro investigadores a Etiopía para cooperar en la investigación –dijo un portavoz de NTSB el 10 de marzo.
En Adís Abeba y Nairobi están las sedes principales de las agencias mundiales que sirven a personas pobres y marginadas, refugiados y migrantes.
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