WASHINGTON (CNS) — El obispo José Manuel Romero Barrios pasó el primer aniversario de la Diócesis de El Tigre, Venezuela, de la cual es su obispo fundador, no en su diócesis sino en los Estados Unidos para reunirse con líderes católicos estadounidenses, tanto laicos como ordenados, para encontrarse con venezolanos que han emigrado a Estados Unidos –algunos de los cuales han huido del caos político y económico de su tierra natal.
“Por ejemplo: en los últimos dos días, la fila para cargar gasolina es más larga. Requiere más tiempo. Una semana, detenido en el mismo lugar esperando por gasolina”, dijo el obispo Romero subrayando que Venezuela “es un país rico”.
El obispo conversó con Catholic News Service el 30 de mayo durante una visita a la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Fue su intérprete el padre Juan Puigbó, un sacerdote nacido en Venezuela que ahora sirve en la Diócesis de Arlington, Virginia. El obispo Romero era rector del seminario donde Puigbó se formó en España.
“La ventaja es que él es originario de ese lugar, de modo que conoce bien la situación”, dijo el sacerdote. “Lo suficientemente cercano al pueblo como para comprender su realidad”.
El obispo Romero se refirió a una encuesta nacional de católicos venezolanos, realizada entre el 2000 y 2006 por los obispos de la nación, la cual les dio las herramientas para afrontar la actual situación del país. Fue “una oportunidad para unirnos y compartir la misión común de que la iglesia debe estar en Venezuela”, dijo.
Él es miembro de la comisión de jóvenes y adultos-jóvenes de la conferencia episcopal venezolana, encargada de demostrar “el compromiso de la iglesia con la juventud”, dijo el prelado. “La catequesis ahora se asume en una dimensión de familia, en vez de enseñar solamente a los niños para la confirmación o primera comunión”, agregó.
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El Tigre ha sido uno de los siete decanatos de la Diócesis de Barcelona, Venezuela. La nueva diócesis tiene aproximadamente 450,000 habitantes, de los cuales 300,000 son católicos, según el obispo que anteriormente ha sido obispo auxiliar de Barcelona antes de que fuera creada la Diócesis de El Tigre.
No obstante, la nueva sede tiene mucho por hacer. Hay sólo dos escuelas parroquiales, 14 parroquias y un vicariato dirigido por monjas y solamente ocho sacerdotes –cinco de los cuales pertenecen a órdenes religiosas.
“El Tigre ha sido visitado tres veces por el nuncio apostólico en Venezuela: una vez en 2014, antes de que fuera una diócesis; el año pasado, cuando se estableció la diócesis; y justamente hace dos días”, dijo el obispo Romero a CNS. “Él exclamó: ‘¡Ya tienen la gente, ahora necesitan sacerdotes!'”.
El Tigre ha sido dependiente de las industrias del petróleo y del turismo. Ambas ahora son un desastre.
“Las personas que trabajan en la compañía petrolera no pueden ir a trabajar porque no hay gasolina. No hay agua, no hay llantas, no hay gasolina”, explicó el obispo Romero. “Muchas fábricas y empresas han cerrado porque tenían contratos con la compañía petrolera, la cual es propiedad del gobierno. Como el gobierno no les pagó, entonces tuvieron que cerrar”.
El turismo ha sufrido “enteramente”, agregó el obispo. “No hay turismo ahora. No hay estructura para apoyarlo. Como no hay petróleo, no hay transporte, no hay gasolina, no hay electricidad, no hay agua”. Nadie quiere venir de vacaciones aquí, “solamente hay cuatro aerolíneas que vuelan a Caracas”, la capital –explicó el obispo Romero.
El Departamento de Estado de Estados Unidos emitió el 9 de abril un nuevo aviso de seguridad para viajeros relacionado con Venezuela. “No viaje a Venezuela debido a la criminalidad, las protestas civiles, la deficiente infraestructura de salud, los secuestros y los arbitrarios arrestos y detenciones de ciudadanos estadounidenses”, según el aviso.
El aviso para viajeros no incluyó los enfrentamientos políticos del presidente, Nicolás Maduro, quien se ha vuelto cada vez más impopular entre los venezolanos, contra Juan Guaidó que tiene el respaldo de Estados Unidos, y se proclamó presidente interino en enero y cuyo intento de retomar el poder se frustró cuando las previstas deserciones militares no se llevaron a cabo.
“Ellos no se dan por vencidos en esta lucha”, dijo el obispo Romero. “Es bueno que encuentren un líder fuerte en Guaidó”, de quien dijo que “logra” el trabajo de la comisión de jóvenes y adultos-jóvenes de la conferencia episcopal.
“El gobierno está repartiendo comida cada dos semanas para hacer que la población apoye al gobierno”, dijo el obispo Romero. “La gente está agradecida porque el gobierno los alimenta. Es una manera en que el gobierno controla al pueblo”.
Pero “el modelo chavista” –una referencia al predecesor de Maduro, Hugo Chávez, “ya no está en marcha, ya no tiene el apoyo del pueblo”, dijo el obispo.
Incluso si eso fuera así, eso no ha detenido los tambores de guerra desde Washington durante el actual conflicto. “Nosotros no queremos una guerra. Pero hay 20,000 cubanos en servicio militar activo en Venezuela”, dijo el obispo Romero. “También hemos perdido 4 millones de personas que se fueron de Venezuela”, dijo mencionando la larga lista de países latinoamericanos a los cuales ellos han inmigrado.
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