Octubre es el Mes de Respeto por la Vida; también es el Mes de Concientización sobre la Violencia Doméstica. Las dos cuestiones difieren en su enfoque, pero están conectadas por una preocupación común por la dignidad humana. El derecho a la vida —el primer derecho y fundamento de la humanidad— incluye la necesidad de proteger la vida desde el vientre hasta la muerte natural. Comienza con, y nunca puede excluir, al niño por nacer; pero nuestras obligaciones como cristianos van mucho más allá del momento del nacimiento.
Los hombres y las mujeres tienen las mismas capacidades para la santidad; también tienen las mismas capacidades de daño. La virtud y la crueldad son ajenas a ninguno de los dos sexos. Pero precisamente porque los hombres y las mujeres difieren en sus fortalezas y debilidades, la violencia entre los sexos consiste abrumadoramente en que los hombres abusen físicamente de las mujeres. Las mujeres son las más afectadas por la violencia doméstica; y cuando eso sucede, la vida de las mujeres se daña o se pierde brutalmente, las familias se derrumban, los niños sufren y la memoria y el hábito de la violencia íntima se transmiten a través de generaciones. Los hombres que abusan de las mujeres son cobardes; ellos hieren amargamente a los demás, y se humillan y envenenan a sí mismos. No hay excusa para eso —¡nunca!
En su declaración del 1992, “When I Call for Help: A Pastoral Response to Domestic Violence Against Women (Cuando pido ayuda: una respuesta pastoral a la violencia doméstica contra la mujer)”, reafirmada en el 2002, los obispos de Estados Unidos subrayaron que la violencia contra las mujeres, dentro o fuera del hogar, nunca está justificada. Recordaron a los fieles católicos que «la violencia contra otra persona en cualquier forma no trata a esa persona como alguien digno de amor». Pero es especialmente vil dentro de una relación de confianza como un matrimonio o una familia. Todos nosotros, por lo tanto, deberíamos tomarnos algún tiempo este mes, un mes dedicado a respetar la vida, a recordar y orar por aquellas mujeres y familias que sufren por la violencia doméstica.
La Iglesia tiene una variedad de recursos que pueden ayudar a crear conciencia sobre estos temas.
Existen muchos sitios web útiles, entre ellos:
• USCCB sobre violencia doméstica: http://www.usccb.org/domestic-violence/
• USCCB sobre la vida matrimonial y sus cuestiones: https://www.foryourmarriage.org/married-life/
• Católicos por la paz familiar: http://www.catholicsforfamilypeace.org
• Línea Nacional de Violencia Doméstica: https://www.thehotline.org
El Made for Love Podcast, un podcast de la USCCB sobre violencia doméstica, se puede encontrar aquí https://madeforlove.podbean.com/e/when-love-means-leaving-domestic-abuse/
Cuando pido ayuda, la declaración del 2002 de los obispos contra la violencia doméstica se puede pedir en línea: http://store.usccb.org/Cuando-Pido-Ayuda-p/5-888p.htm
Life Matters: Domestic Violence, un folleto creado por la Secretaría de Actividades Pro-Vida de la USCCB, también se puede pedir en línea: http://store.usccb.org/life-matters-domestic-violencep/c1345.htm
Los hombres y las mujeres son diferentes y complementarios en sus dones, pero iguales en dignidad e igualmente preciosos a los ojos de Dios. Los hombres cristianos están llamados a proveer y proteger a sus familias, y a respetar y apoyar a las mujeres en sus vidas. De hecho, la calidad de cada hombre consiste, en gran medida, en cómo trata a las mujeres; es por eso que educar y trabajar para prevenir la violencia doméstica es una tarea para todos nosotros.
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