Pentecostés 2021
Queridas hermanas y hermanos en Cristo:
Las palabras pronunciadas en la consagración durante la Misa resuenan profundamente en nuestras almas. Este es mi Cuerpo que será entregado por ustedes. Este es el cáliz de mi Sangre… que será derramada por ustedes.
En cada misa, damos testimonio del sacrificio de Cristo en la cruz y de su resurrección de entre los muertos. Mediante el don de la Eucaristía, la cual el Señor instituyó en la Última Cena, recibimos una y otra vez su amor puro y sin límites. Como católicos, creemos que la Eucaristía es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Un regalo tan valioso merece nuestra reflexión y aprecio, no es algo que se puede experimentar virtualmente; la presencia de Cristo en la Eucaristía es real y se requiere nuestra presencia personal para recibirla.
La pandemia del COVID-19 trajo muchos cambios a nuestras vidas, a nuestras rutinas e incluso a nuestro culto dominical. Durante un periodo de tiempo no pudimos estar presentes personalmente en la celebración de la misa dominical; durante los últimos meses, muchos han sido parte de la misa dominical a través de la transmisión en directo. Ahora, a medida que la pandemia se desvanece y las restricciones se levantan, invito a todos los fieles de la Arquidiócesis a regresar en persona a la celebración de la Misa. A pesar de lo útil que ha sido la transmisión en directo durante los difíciles meses de la pandemia, cuando se trata de la Misa, nada se compara con estar allí.
Hoy, en este domingo de Pentecostés, me complace anunciar una iniciativa arquidiocesana basada en esta verdad y llamada Nada se compara con estar allí. Involucrará a toda la Arquidiócesis y presentará una invitación para que todos reconozcan más profundamente la insustituible necesidad de estar en persona para la celebración de la Misa dominical. Durante los meses de verano, los párrocos y los líderes parroquiales prepararán una sincera invitación a sus comunidades y juntos lanzaremos esta invitación en septiembre del 2021. Si bien, la plenitud de esta invitación ocurre en septiembre, incluso ahora los animo: «Nada se compara con estar allí». Vengan a casa en persona a la celebración de la Misa.
En esta gloriosa fiesta de Pentecostés, que Dios derrame su Espíritu sobre nosotros y encienda en nosotros un renovado deseo de estar presentes en la Fiesta Eucarística
Sinceramente en Jesucristo,
Reverendísimo Nelson J. Pérez
Arzobispo de Filadelfia
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