CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Detenerse a mirar y tal vez orar ante un pesebre es una de las mejores maneras de recordar el verdadero significado de la Navidad, dijo el papa Francisco.
“En su genuina pobreza”, dijo el papa, “el pesebre nos ayuda a redescubrir la verdadera riqueza de la Navidad y a purificarnos de tantos aspectos que contaminan el paisaje navideño”.
El papa Francisco se reunió el 3 de diciembre con los artesanos que hicieron la escena de la Natividad de 18 piezas en la Plaza de San Pedro; los donantes del árbol de Navidad de pino blanco; residentes de un centro de rehabilitación psiquiátrica que, junto a un grupo de alumnos y abuelos que crearon los adornos; y con representantes del gobierno de Guatemala, que instaló otro belén en la sala de audiencias del Vaticano.
“Simple y familiar, el Belén recuerda una Navidad diferente a la Navidad consumista y comercial. Es otra cosa. Nos recuerda lo bueno que es para nosotros atesorar momentos de silencio y oración en nuestros días, muchas veces abrumados por el frenesí”, dijo el papa Francisco durante una reunión al mediodía.
El grupo tenía previsto reunirse en la Plaza de San Pedro por la noche para la inauguración oficial de la escena de la Natividad y encender el árbol de Navidad. Pero una fuerte tormenta hizo que el Vaticano trasladara las festividades nocturnas al interior, aunque cientos de personas aún estaban en la plaza para la iluminación.
Al reunirse con los donantes, el papa Francisco animó a todos a encontrar un momento de tranquilidad ante el pesebre antes de Navidad.
“El silencio invita a la contemplación del niño Jesús”, dijo el papa, y “nos ayuda a intimar con Dios, con la frágil sencillez de un pequeño bebé recién nacido, con la mansedumbre de su descanso, con el tierno cariño de los pañales que lo envuelven”.
“Si de verdad queremos celebrar la Navidad -dijo- redescubramos a través del pesebre la sorpresa y el asombro de la pequeñez, la pequeñez de Dios, que se hace pequeño, que no nace en el esplendor de las apariencias, sino en la pobreza de un establo”.
Para encontrar verdaderamente a Jesús, dijo el papa, la gente debe encontrarse con él en el pesebre, dejando atrás su propia vanidad y pretensión.
“La oración es la mejor manera de decir gracias ante este don de amor gratuito, de decir gracias a Jesús que desea entrar en nuestros hogares y en nuestros corazones”, dijo. “Sí, Dios nos ama tanto que comparte nuestra humanidad y nuestra vida”.
Incluso en los peores momentos”, dijo el papa, “él está ahí, porque es el Emmanuel, el Dios con nosotros, la luz que ilumina las tinieblas y la tierna presencia que nos acompaña en nuestro camino”.
Las luces del árbol de Navidad, dijo, son un recordatorio de que Jesús vino “para iluminar nuestras tinieblas, nuestra existencia a menudo encerrada en la sombra del pecado, el miedo, el dolor”.
Pero, dijo el papa, el árbol también debería hacer pensar a la gente sobre la importancia de las raíces.
Igual que un árbol, dijo, sólo una persona que “arraiga en buena tierra se mantiene firme, crece, madura, resiste los vientos que lo sacuden y se convierte en un punto de referencia para quienes lo miran”.
El árbol de Navidad, dijo el papa Francisco, es un recordatorio de la necesidad de permanecer arraigados en Cristo.
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