Pax et Bonum+ Paz y Todo lo Bueno
¡Es un nuevo año, 2023! Este es el momento en que hacemos nuestras resoluciones para cambiar y mejorar nuestras vidas en el nuevo año. Compramos equipos de ejercicio o nos apuntamos en un gimnasio para ponernos en forma, compramos parchos de nicotina para dejar de fumar o compramos lo que necesitemos para mantener unos saludables resoluciones. Algunos de nosotros gastamos cientos, tal vez incluso miles de dólares en nuestras resoluciones del año nuevo. Pero en febrero por lo general hemos tenido suficiente y nuestras resoluciones se desvanecen.
Tal vez seas uno de los afortunados que no gastó mucho dinero o nada en sus resoluciones. Pero todavía hay un costo por renunciar a nuestras buenas resoluciones. Renunciar a nuestras resoluciones significa renunciar a un cambio positivo en nuestras vidas.
Perderse estos cambios positivos es el costo real de darse por vencido. ¿Sabías que nuestra vida cristiana tiene que ver con resoluciones, hacer cambios positivos en nuestras vidas? Llamamos a este proceso de cambio, conversión.
Ahora espere, ya sé lo que va a decir, “Pero Padre, ¿la conversión? Yo ya soy católico, ¿por qué tengo que convertirme?”
La conversión de la que estamos hablando no es solo el proceso de convertirse en discípulo, es un proceso continuo de “permanecer” como discípulo. La conversión continua ocurriendo cuando cooperamos con la gracia de Dios a través de los Sacramentos para hacer o renovar los hábitos y deberes del discipulado cristiano.
Un ejemplo básico, Dios nos llama a través de las Escrituras a orar siempre, por lo que le pedimos su gracia para ayudarnos a rezar el Rosario todos los días. Entonces hacemos el esfuerzo de rezar el Rosario todos los días.
Mira, la gracia de Dios no es magia o algún tipo de compulsión espiritual. Es un regalo dado cada vez que lo pedimos o lo necesitamos. Pero como cualquier regalo, si no aceptamos esa gracia y la usamos, ese regalo no puede hacer ninguna diferencia en nuestras vidas.
Demasiados discípulos se estancan en su jornada de fe porque están esperando que Dios deje caer algún tipo de señal mágica en sus regazos o que Dios de alguna manera fuerce un cambio en sus vidas.
Cuando Jesús llamó a sus discípulos en los Evangelios, les dijo que lo siguieran. Jesús extendió la invitación pero dependía de cada uno de ellos levantarse y elegir seguir.
Nuestro discipulado se estancará si dejamos de elegir seguir a Jesús todos los días. La conversión continua es elegir a Jesús por encima de todo todos los días de nuestra vida.
Los cambios positivos que deseamos tener como discípulos vienen cuando pedimos la gracia y luego tenemos el coraje y la disciplina para usarla.
Esta debe ser una resolución a la que nunca nos rindamos. Si lo hacemos, el costo será demasiado alto.
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El Padre Carlos Ravert es párroco de la Iglesia San Ambrosio en Filadelfia.
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