El Padre Carlos Ravert

(Read in English)

Pax et Bonum+ Paz y Todo lo Bueno

¡La Cuaresma comienza de nuevo! Esta es una hermosa época del año que nos ayuda a practicar más conscientemente las devociones del discipulado cristiano. Oración, ayuno, y limosna.

Estas tres prácticas cuaresmales no son solo para hacer durante la cuaresma. Son los sellos distintivos de la vida del discípulo. ¿De qué le sirve a una persona recibir cenizas en miércoles de cenizas si no viene a la Santa Misa el domingo? La Cuaresma es un momento para poner un esfuerzo adicional en estas devociones para que se vuelvan más naturales para el resto de nuestra vida, una vez que termine la cuaresma. La oración no es algo a lo que tengamos que hacerle espacio en nuestro día. No, en vez, debemos construir nuestros días alrededor de nuestra oración. Es esencial, no opcional. No puede haber una relación si no hay comunicación. Durante la cuaresma, la Iglesia tendrá devociones y servicios especiales para ayudarnos a profundizar en oración durante este tiempo santo. El ayuno, no es simplemente renunciar a algo. ¡Ayunar es soltar o dejar ir! Cualquiera puede renunciar a los dulces, al café o a la televisión y volver a todo eso después de la Pascua. Pero, «dejar ir» los hábitos, placeres e incluso personas son una parte esencial de la vida cristiana.

La cuaresma es el tiempo para practicar el «dejar ir» para que nos aferremos más a Dios. La limosna es dar a los pobres y necesitados desde el corazón. La limosna es un sacrificio. Sin embargo, el sacrificio nunca viene sin sus bendiciones. Como dice la biblia, Dios ama al dador alegre. Nunca faltan las formas en que podemos dar a los pobres y necesitados durante la cuaresma. Su donación a la iglesia es esencial para sus operaciones diarias. Sus contribuciones a lo largo del año a colecciones de comida, ropa, y artículos personales contribuyen en gran medida a ayudar a personas sin hogar y a los pobres en nuestro propio vecindario y ciudad.

Así que la cuaresma ha comenzado de nuevo, pero las devociones que practicamos no terminan con el Domingo de Resurrección. Este es el momento de profundizar en nuestra oración, dejar lo que nos aleja de Dios y darnos con alegría para el bien del reino de Dios en la tierra. Porque la cuaresma no es solo cuarenta días, la cuaresma es para siempre. La Cuaresma es Vida.

***
El Padre Carlos Ravert es párroco de la Iglesia San Ambrosio en Filadelfia.