Pax et Bonum+Paz y Todo lo Bueno
¡Bienvenidos a la Semana Santa! Este pasado domingo, Domingo de Ramos, nos unimos a Jesús durante su entrada gloriosa en la ciudad santa de Jerusalén. Lo acompañamos, a través de la Sagrada Palabra, mientras era conducido al calvario y crucificado. Pero todo eso fue un prólogo, un vistazo, un anticipo de lo que vendrá con más detalle esta semana.
A través de las liturgias de la Semana Santa, cada uno de nosotros tiene la oportunidad única de acompañar a Jesús, junto a nuestros hermanos y hermanas, en el misterio central de la fe cristiana católica. Claro, los servicios pueden ser más largos de lo que estamos acostumbrados los domingos. Sí, en su mayoría son entre semana, lo que no siempre es conveniente. ¡Pero esta semana es de lo que se trata!
Literalmente no hay otra semana como esta en el universo. Jesús nos acompaña todos los días, seamos conscientes de su presencia o no. Él está constantemente renovando su muerte y resurrección a través de nosotros y de nuestras circunstancias. Jesucristo es eternamente consciente de nosotros, pero nosotros muy rara vez somos conscientes de Él. Estamos tan ocupados.
Todo el mundo se queja de estar demasiado ocupado. ¡Pero rara vez hacemos algo al respecto! Esta semana Jesús y la Iglesia nos invitan a sacrificar nuestro ajetreo y aprender a reducir la velocidad y ser más conscientes de la presencia de Jesús que nos acompaña siempre.
¿Por qué es importante acompañar a Jesús? ¿Qué quiero decir con “acompañar”? Bueno, veámoslo así: acompañar a alguien (a cualquiera) es un acto de caridad por su propia naturaleza. “Acompañamos” a otros cuando vamos a algún lugar con ellos para apoyarlos fielmente en su camino o en lo que necesitan lograr.
Un ejemplo simple, es el llevar a un ser querido al médico. Es posible que no esté enfermo o lesionado, pero “acompaña” a su ser querido porque está enfermo o lesionado y necesita su ayuda para llegar al consultorio del médico y su apoyo durante la cita. Otro ejemplo, acompañamos a inmigrantes y refugiados que a menudo hacen la mayor parte de su viaje solos o con muy poco apoyo de las personas que los cuidan. Como amigos y ministros pastorales tratamos de “acompañar” a estos nuevos inmigrantes de Filadelfia, amándolos en la caridad cristiana. Tratamos de ayudarlos a suplir sus necesidades inmediatas, como son vivienda y comida. Además, les brindamos amistad emocional y espiritual, durante lo que a menudo es una experiencia aterradora.
Jesús nos acompaña con su gracia en cada momento de nuestra vida. Pero su gracia es más perfecta comunicada y recibida a través de la vida sacramental de la Iglesia, especialmente vía la Sagrada Palabra, la Confesión y la Eucaristía.
En la adoración entramos en estos misterios divinos y nos convertimos en parte de ellos. No solo estamos observando ritualmente una historia antigua, nos estamos convirtiendo en participantes del amor eterno de Dios en el presente.
La Semana Santa, como todos los domingos, es un tiempo especial para dejar de lado el ajetreo, las distracciones y enfocarnos especialmente en Jesús. Asimismo, como Él nos acompaña nosotros podemos acompañarlo. Entonces, ¿intentaremos esta semana acompañar a nuestro Salvador?
El ajetreo seguirá ahí la próxima semana. ¡Acompañemos a Jesús por solo un par de días, con amor y fidelidad, tal y como Él nos acompaña todos los días hasta la eternidad!
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El Padre Carlos Ravert es párroco de la Iglesia San Ambrosio en Filadelfia.
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