Nuestro caminar espiritual

Hna. Ruth Bolarte

Durante estos días de navidad tuve la oportunidad de ver una vez más una de mis películas favoritas, «El cuarto rey mago». Esta es la historia de uno de los hombres sabios del medio oriente, Artabán, quien busca conocer al Rey recién nacido que las profecías habían anunciado.

él quiere ofrecerle un regalo de piedras preciosas que ha adquirido después de vender todas sus riquezas. Su jornada es «interrumpida» por spanersos encuentros con personas que necesitaban de su talento y presencia. Y así cambia sus planes para poder enseñar, curar, y compartir la vida de los más pobres entre los pobres.

Aparentemente, parece ser que su vida ha sido un fracaso. Artabán termina sus días enfermo, avergonzado y frustrado de que nunca pudo conocer al Rey Jesús. Todas las riquezas que había pensado ofrecerle al Rey recién nacido las invirtió con la gente que lo necesitaba.

No es hasta que el mismo Rey Jesús se presenta ante él que Artabán reconoce que su jornada nunca fue «interrumpida.» Todo lo contrario, a través de toda su vida, estuvo sirviendo y conociendo al Rey de Reyes-en la gente a quienes había ayudado.

La siguiente semana iniciamos el tiempo ordinario de nuestro año litúrgico. Lo más probable es que las decoraciones navideñas están ya guardadas y hemos retornado a la «normalidad» o «rutina» de nuestros días ordinarios. Tal vez para muchos de nosotros la navidad es ya una memoria lejana. Con la celebración del Bautismo de Jesús se cierra, por así decir, el tiempo de navidad.

Sin embargo, si es que estamos conscientes del significado del gran misterio de la Encarnación de Dios, la navidad no ha terminado. Todo lo contrario, el «trabajo de navidad» se inicia. Comparto con ustedes el poema de Howard Thurman, que expresa vivamente cómo podemos continuar viviendo la navidad durante estos días «ordinarios»:

Cuando los cantos de los ángeles hayan cesado,
Cuando la estrella en el cielo ya no esté,
Cuando los reyes y príncipes hayan vuelto a casa,
Cuando los pastores hayan regresado con sus rebaños,
El trabajo de la Navidad empieza:
Encontrar al que está perdido,
Curar al herido,
Dar alimento al hambriento,
Dar libertad al prisionero,
Reconstruir las naciones,
Llevar la paz a nuestros hermanos
Hacer música en el corazón.

Que nuestro «trabajo de navidad» proclame a todos los que nos rodean: «Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más pequeños, por mí mismo lo hicieron» (Mateo 25:40).

La Hna. Ruth Bolarte, I.H.M., es directora del Instituto Católico para Evangelización en Filadelfia.