Por Mar Muñoz-Visoso

Hay muchas y buenas razones para visitar Madrid en cualquier tiempo del año: es una ciudad hermosa, con muchos monumentos, iglesias y museos que visitar, la gente es muy amable y la comida es fantástica. Este verano existe una razón especialmente buena para ir: la Jornada Mundial de la Juventud 2011.

Quienes han participado en previas ediciones de la JMJ pueden contar cómo la experiencia ha cambiado sus vidas o les ha motivado entender su fe de manera más profunda, a buscar un mayor compromiso con ella o, simplemente, ha recargado las pilas de su vida espiritual. Esto incluye, por supuesto, a los adultos y a los pastores de la Iglesia que acompañan a los jóvenes en su peregrinación. {{more:(lea más)}}

Incluso aquellos que se sumaron a la experiencia por curiosidad o con mentalidad de «turista», regresan a casa con una mezcla de emociones inexplicables, fascinación y sentido de camaradería con otros seres humanos. Personas que antes no se conocían se hicieron buenos amigos y jóvenes que no hablaban el mismo idioma se entendieron uno a otro a la perfección.

Lo que no escuchamos tan a menudo son los efectos que estas infusiones masivas, si bien temporales, de juventud entusiasta y llena de fe tienen en las ciudades y los países anfitriones. Yo no participé en la JMJ en Denver en 1993 pero llegué a la ciudad poco después y viví allí por muchos años. Casi dos décadas después, la gente todavía habla de ello y lo recuerda vívidamente como si hubiera sucedido ayer. Y lo que es más importante, la JMJ generó localmente un gran incremento en el número de bautismos y conversiones de adultos a la fe católica.

Así que propongo un reto para los jóvenes de Estados Unidos y de toda América: ¡Devolvamos el favor!

A lo largo de los siglos, España ha dado a la Iglesia muchos hombres y mujeres santos y al Nuevo Mundo muchos misioneros. Hoy, sin embargo, este antiguo bastión del catolicismo parece estar alejándose de su identidad cristiana. La Iglesia en España está pasando por una crisis severa. La asistencia a la misa dominical es deprimente. Muchos que se auto identifican católicos han dejado de practicar y ya no educan a sus hijos en la fe. La Iglesia española ahora importa clero en lugar de enviar a otros países y las vocaciones religiosas procedentes de otros países, aun cuando escasean, están rápidamente sobrepasando a las locales.

La sociedad española no ha sido inmune a la secularización y al materialismo que se han apoderado de Europa. La Iglesia allá ha tomado en serio la llamada del Santo Padre, Benedicto XVI, a una Nueva Evangelización del continente.

El Espíritu Santo está despertando nuevos movimientos y carismas para ayudar a la Iglesia en Europa y en España, pero ésta también se puede beneficiar tremendamente de una infusión de sangre nueva; misioneros modernos con el viejo ímpetu y la determinación de personas como Junípero Serra, Alonso de Benavides, Bartolomé de las Casas o Francisco Kino. Así pues, honremos su legado devolviendo el favor.

La JMJ 2011 nos ofrece la oportunidad de ser misioneros en Europa por unos días. Ayudemos a la juventud española de hoy a cantar con confianza las palabras de san Pablo que han dado tema a esta jornada: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe». Por unos días, sirvamos también de altavoz gigante para el Santo Padre, quien insistentemente ha llevado este mensaje a embajadores, académicos, jefes de estado e incluso al parlamento europeo: «Europa: reconoce, aprecia y no rechaces tus raíces cristianas».

La presencia de muchos jóvenes católicos de todas partes del mundo en Madrid este verano será profética, sin duda, y dejará una huella profunda.

En persona o en espíritu, ¡nos vemos en Madrid!

Mar Muñoz-Visoso es subdirectora de Medios de Comunicación en la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos .Siga a la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos en Twitter: @USCCBEspanol.