Por P. Marvin Navas, C.M.

«Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré».(Mt. 11:28)

Muchos han recibido este alivio de Jesús. Cuantos han estado en guerra, en pobreza, en violencia, en lugares donde la vida no tiene sentido ni valor, y nuestro Señor llega hasta lo más profundo de esos problemas para darnos paz. Esa promesa de salvación la hemos sentido una y otra vez. él entra en los lugares de opresión para manifestar la gloria de Dios. él ha venido para que todos tengamos vida eterna y él es el camino la verdad y la vida.

Y en muchos instantes son los humildes de corazón los que ven las maravillas de Dios. Aquellos que el mundo dice no saben nada, ellos si saben: que Dios está con ellos; que Dios los ama; que Dios está caminando con ellos. El yugo, las cargas siempre estarán allí, pero con la ayuda de Dios el caminar es más tranquilo, es más fácil, y es por la fortaleza que nos viene de lo Alto.

Esa fuerza de lo Alto, lo sintieron los primeros inmigrantes. En la fiesta de independencia, se celebra a un pueblo que alcanza su deseo. Este país nace desde un deseo de ser pueblo libre, nace de una revolución, de un pueblo que quiere cambios. En las narraciones de los primeros inmigrantes a estas tierras se encuentra el deseo de buscar algo nuevo: donde haiga justicia, libertad de religión, paz y respecto. En muchos lugares que ellos fueron llevaban este deseo de ser alguien en este mundo. Pero como todo, en el caminar se olvidaron de los principios, metas e ideales.

Las revoluciones son dolores y guerras, es por eso que nadie las quiere; pero también son momentos de cambios. Son momento que abren la oportunidad a algo nuevo. Ese deseo de cambio que comenzó en Francia y se extendió por todo el mundo, se realizó aquí y de aquí se extendió por todo el continente americano. La revolución, es algo que no deseamos por el dolor que trae; pero pasaron y los dolores de parto han dado luz a nuevas naciones: a pueblos libres, pueblos que buscan su propia autonomía y pueblos que quieren ser protagonistas de su propio destino.

Que Dios bendiga a esta gran nación que ha sido el refugio de tantos inmigrantes, de personas que buscaron y siguen buscando dignidad, libertad, justicia, paz y vivir su fe. Que Dios bendiga a los nuevos inmigrantes que también viene cargados de pena y dolor; pero aún más vienen con la esperanza de dar frutos. Estas personas vienen llenas de esperanza de un mundo mejor: de paz y prosperidad. Venimos con fe viva y con el gozo de que Dios nos ama y nos cuida. Estamos dispuestos a cargar con el yugo de Jesús, quien es nuestra Roca de Salvación y nuestro refugio. Pueblo, mantengamos vivos nuestros valores cristianos; porque serán el orgullo de esta patria.

El padre Marvin Navas es un sacerdote vicentino, de la Congregación de la Misión. Es parte del Equipo Hispano de Evangelización que sirve en las parroquias: Nuestra Señora de la Esperanza, Santos Inocentes, Santa Elena, Santo Tomás y la Anunciación.