Octubre es el mes de Respeto por la Vida, una época especial de cada año en la que reflexionamos en la oración sobre la manera en que cada persona, en cada etapa de su vida, merece dignidad y respeto y en la que nos permitimos recordar que es necesario proteger a nuestros hermanos más vulnerables.

También es un tiempo en el que debemos hacer una pausa para dar gracias a Dios por la libertad de la que gozamos, como estadounidenses y ciudadanos de Pensilvania, para participar de la vida cívica. En el reconocimiento de nuestra responsabilidad de promover el bien común, invitamos a nuestros ciudadanos católicos, una vez que hayan formado su conciencia de acuerdo con la razón y la doctrina de la Iglesia, a aprovechar la oportunidad que nuestra democracia les brinda para ejercer influencia sobre las decisiones que tomarán sus instituciones de gobierno en el futuro.

Alentamos a nuestra comunidad católica a leer y analizar el documento emanado de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos «Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles: Llamado de los obispos católicos de Estados Unidos a la responsabilidad política», disponible en www.faithfulcitizenship.org). Este documento nos ofrece lineamientos generales res-pecto de la doctrina católica en lo referente a cuestiones importantes que afectan a la política pública tanto en nuestro país como aquí en Pensilvania, recordándonos que la esencia de la enseñanza social y moral católica es el respecto por la vida y la dignidad de cada persona humana.

Deseamos reiterar que la des-trucción intencional de vidas humanas inocentes, como ocurre en el aborto y la eutanasia, no es simplemente una cuestión más entre tantas otras. Una y otra vez, nosotros, los obispos, hemos enseñado que el derecho a la vida es el derecho humano más básico y esencial y que siempre debemos defenderlo. Los males intrínsecos nunca pueden ser respaldados. Para la doctrina católica, no todas las cuestiones son equivalentes desde el punto de vista moral. La protección de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, es la obligación preeminente de toda sociedad verdaderamente justa.

La Iglesia católica nos enseña una ética de vida coherente que incluye enseñanzas importantes sobre cuestiones de guerra y de paz, justicia económica, atención a los necesitados y vulnerables, educación, administración compartida de la creación del Señor, etc. Tenemos la obligación moral de defender la vida y la dignidad humana, proteger a los pobres y vulnerables y trabajar para la justicia y la paz. Sin embargo, al mismo tiempo, nunca debemos olvidar las palabras de nuestro difunto Santo Padre, el Papa Juan Pablo II. él escribió: «Se ha hecho habitual hablar, y con razón, sobre los derechos humanos como por ejemplo sobre el derecho a la salud, a la casa, al trabajo, a la familia y a la cultura. De todos modos, esa preocupación resulta falsa e ilusoria si no se defiende con la máxima determinación el derecho a la vida, como el derecho primero y fundamental, condición de todos los otros derechos de la persona» (Sobre vocación y mi-sión de los laicos, Núm. 38).

Alentamos a los ciudadanos católicos de Pensilvania a examinar detenidamente la doctrina de la Iglesia mientras se preparan para el día de Elecciones. Nosotros, los obispos, no apoyamos a ningún candidato ni partido político. Nuestro papel es enseñar y formar la conciencia. Por sobre todo, nos esforzamos por garantizar que el mensaje del Evangelio sea escuchado y respaldado. Muchos de los problemas que enfrenta nuestra nación y nuestro estado tienen importantes dimensiones éticas y morales. Invitamos a nuestros fieles católicos a buscar información y guía en las verdades morales de nuestra fe y ejercer sus derechos y deberes cívicos con fidelidad.

¡Qué el Espíritu Santo nos guíe con sus múltiples dones! ¡Qué Dios bendiga a nuestra nación y a nuestro estado con su enorme gracia!