Por Mar Muñoz-Visoso
¿Le duele la cabeza con tanta información y desinformación sobre qué va a pasar con la reforma del sistema de salud? ¿Tentado a sucumbir ante la idea de que los enfermos más necesitados de tratamiento médico, los pobres, los marginados, los inmigrantes van a acabar perdiendo, “como siempre”, frente a poderosos intereses económicos y políticos y se pregunta para qué involucrarse?
La tarea parece dantesca, pero no es el momento de rendirse ni desentenderse. El debate ha llegado a un punto crítico donde la voz de los católicos necesita ser escuchada de forma clara y expresada con fuerza.
Siguiendo la enseñanza social católica, la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos:
1. Apoya una cobertura médica universal que proteja la vida y la dignidad de todas las personas, desde la concepción a la muerte natural, especialmente los pobres y vulnerables.
2. Se opone a cualquier esfuerzo para expandir fondos públicos para el aborto, o que haga obligatoria la cobertura de procedimientos de aborto, o que no respete el derecho a la libertad de conciencia de los trabajadores de la salud e instituciones religiosas.
3. Apoya medidas efectivas que salvaguarden la salud de la sociedad en su conjunto, tales como expandir la elegibilidad para programas de salud pública -como Medicaid- a todas las familias de pocos recursos y ofrecer subsidios adecuados a los que con un poco de ayuda podrían comprar por sí mismos primas de seguro médico y cubrir otros gastos de su bolsillo. Los inmigrantes legales y todas las mujeres embarazadas y los niños, independientemente de su estatus migratorio, deberían ser incluidos.
Busquemos soluciones donde todas las partes implicadas puedan aportar algo y puedan hacerlo de acuerdo con sus convicciones religiosas.
Paremos el ruido y los insultos, y prestemos atención al tema que nos ocupa: la salud de la nación.
Mar Muñoz-Visoso es la subdirectora de relaciones de los medios de comunicación de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.
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