Por Hna. Ruth Bolarte, I.H.M.
«Como el ciervo busca por las aguas, así clama mi alma por ti Señor» – Salmo 142: 1
Unas semanas atrás, me conmoví mucho con los personajes de la película, El camino de regreso. Ellos enfrentaban hambre, deshidratación y temperaturas frígidas mientras que caminaban el trayecto de 4,000 millas desde Siberia hasta la India donde buscaban asilo político. Durante la película pude conectarme con la angustia de los personajes en los momentos dramáticos, a la vez que también podía gozar con ellos cuando encontraban algo de agua, comida o sombra. Su historia hizo que me preguntara si alguna vez en mi vida había estado yo tan desesperada por comida, agua o techo. {{more:(lea más)}}
Estos pensamientos retornaron mientras que compartía el retiro de fin de semana de un grupo de adolescentes. Bajo el lema «Descúbrete joven en Cristo» los jóvenes guiados por los líderes compartían sus historias de sed de Dios, sus retos en su búsqueda por significado, y sus esperanzas y sueños para el presente y el futuro. Mientras que escuchaba sus experiencias, traté de recordar las mías durante mis años de adolescente. A pesar de la diferencia generacional, compartíamos algunas de las mismas preguntas: ¿Quién soy yo? ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Dónde está Dios en esta situación en particular? Pero al mismo tiempo, me di cuenta que los retos que nuestra juventud confronta son muy diferentes a los míos a su edad. Nuestra juventud tiene que vivir su catolicismo en medio de spanorcio, separación de miembros de familia, violencia, inseguridad,…en fin la lista es larga. Es en Cristo, quien nos ama hasta morir por nosotros, que ellos encuentran la fortaleza y gozo para ser ellos mismos-la persona que Dios creó y ama desde el inicio de los tiempos.
Animados por este deseo de encontrar a Dios, estos jóvenes viajaron distancias, sacrificaron tiempo, amigos y familia para aventurarse en esta jornada. Su entusiasmo y coraje en su búsqueda por Dios -ambos los participantes del retiro como los líderes- son una fuente de inspiración y energía en mi propia jornada espiritual. A medida que pasa el tiempo, a veces, damos por satisfecha nuestra relación con Dios. Comparto con ustedes algunas de las preguntas que ofrezco en oración estos días: ¿Qué tanto anhelo a Dios en mi vida? ¿Ansío a Dios como el aire que respiro? ¿Qué estoy dispuesta a sacrificar o a construir en mi caminar hacia mi Creador? Que siempre estemos sedientos y hambrientos de Dios a través de nuestras vidas.
La Hna. Ruth Bolarte, I.H.M., es directora del Instituto Católico para Evangelización en Filadelfia.
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