Por Elizabeth Fisher
Redacción del CS&T

Parece natural que los pocos espectadores que veían una multitud de varios cientos de personas entrar en la iglesia San Miguel Arcángel, en Levittown, el sábado se preguntaran: ¿Dónde está la novia?

En esta ocasión, sin embargo, había dos ‘novias’ en los hábitos sencillos de las Hermanas Dominicas de Nuestra Señora de Fátima que estaban profesando sus primeros votos de pobreza, castidad y obediencia, un gran paso hacia sus metas de dedicar sus vidas a Dios. La hermana Mariela Hernández Alfaro y la hermana María Belén Negrón Díaz fueron las primeras hermanas de su orden que han profesado sus votos fuera de su casa madre en Puerto Rico.

El padre Michael DiIorio, párroco de San Miguel Arcángel, dijo que la orden de las monjas vive en el convento de la parroquia, pero que le sirve a los católicos hispanos de Nuestra Señora de Fátima en Bensalem y de la parroquia San Marcos en Bristol. «Aunque no trabajan directamente en San Miguel, ellas son una gracia visible para nuestra comunidad. Ellas asisten a la liturgia por la mañana y a menudo hacen las lecturas de la misa, es un privilegio tenerlas aquí», dijo el padre DiIorio. El párroco dijo que cuatro de las hermanas viven actualmente en el convento de San Miguel, pero que otras dos más pueden establecer su residencia en el otoño.

El monseñor Hugh J. Shields, vicario para católicos hispanos, fue el celebrante principal de la misa. En su comentario, expresó que todos los presentes deben estar inspirados por la dedicación de las dos hermanas. «Estamos aquí para celebrar esa dedicación y ser testigos de sus votos de pobreza, castidad y obediencia, y de escuchar sus promesas de llevar esas comunidades a las que sirven, a Dios -dijo el monseñor Shields. Pedimos la bendición de Dios para estas hermanas que persiguen su vocación».

Las hermanas profesaron sus votos después del Evangelio, postrándose ante el altar como signo de sumisión a la voluntad de Dios. Cada hermana recitó su promesa de obediencia a la superiora de la orden dominica.

Tras la profesión de los votos, sor Alba Bonilla entregó a cada monja un velo formal, en sustitución de los más simples usados por las novicias. Sor Alba a continuación les entregó a las hermanas la Constitución de la Orden, un gesto que puso fin formalmente a la ceremonia de profesión

La congregación fue mixta, con muchos hispanos de los alrededores, incluidos algunos de los mexicanos que trabajan en el hipódromo Philadelphia Park, sentados al lado de los feligreses de San Miguel Arcángel

Elizabeth Fisher es una escritora independiente y miembro de la parroquia San Marcos en Bristol.