Por Mons. Hugh J. Shields
La semana pasada, aproximadamente 90 personas se reunieron en Nuestra Señora de la Merced para rezar, compartir una comida, y disfrutar de la compañía de los demás en torno al tema de «Gracias… en el espíritu de san Juan Neumann», por el cuidado de la comunidad inmigrante de nuestra Arqui-diócesis de Filadelfia.
La reunión tuvo lugar en una noche lluviosa y fría, la tragedia de «Japón» está abrumadoramente presente en nuestras noticias; nosotros, aquí en Filadelfia, estamos sufriendo por el escándalo de abuso sexual del clero; «Libia», «Pakistán», «Afganistán», y tantas otras partes de nuestro mundo que están sufriendo, piden nuestra atención y oraciones. Los precios de la gasolina en subida son un recordatorio constante de nuestra inestable e insegura realidad económica; «la seguridad en el empleo» es una interrogación en estos días. Y, las más o menos 90 personas que se reunieron son personas muy ocupadas…. {{more:(leá mas)}}
Pienso que lo que me impresionó (entre otras cosas de esa noche) fue la voluntad de muchos de los asistentes de no dejar que las realidades mencionadas anulen sus necesidad de responder al versículo del evangelio de Mateo encontrado en el capítulo 25: « …yo tuve hambre, …yo estaba desnudo, …yo estaba preso….» Nuestra comunidad inmigrante, ya sea «documentada» o «indocumentada», sigue siendo el foco de los allí reunidos – a pesar de los reveses en casi todas las reformas de nuestras leyes de inmigración, la aparente derrota de la «Ley del Sueño», el volumen de legislaciones introducidas en muchos de nuestros estados que parecen omitir nuestra preciada fe y valores de la nación, la continua construcción de un muro en nuestra frontera que bien podría servir como un monumento vergonzoso para nuestra próxima generación.
La «invitación» a la reunión la semana pasada fue el resultado de un pequeño comité que quería decir «gracias» a muchos de nuestros agentes pastorales católicos que constantemente sirven, en la sombra proyectada por san Juan Neumann, a nues-tros inmigrantes, independientemente de sus «estados».
Estos mismos agentes pastorales fervorosamente les piden a esta gran nación nuestra que continuamente examine nuestras rotas leyes de inmigración en la luz del mensaje desafiante de Mateo a todos nosotros los creyentes.
Creo que el pequeño comité pudo alegremente llevar a cabo esa tarea.
Lo que los asistentes por su alegre, animada presencia, lograron esa otra noche fue recordarle al comité que el mensaje de Mateo sigue siendo válido y en necesitad de proclamación hoy.
Existe el dicho «Las personas votan con sus pies»; el pasado miércoles unas 90 personas «votaron» por el capítulo 25 de Mateo (¿Lo ha leído últimamente?) A ellas nuestro pequeño comité les dice, de nuevo, ¡Gracias!
Mons. Hugh Shields es el Vicario para Hispanos Católicos de la Arquidiócesis de Filadelfia.
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