RALEIGH, Carolina del Norte (CNS) — La familia Walker pasó por la entrada lateral de la catedral Sacred Heart en Raleigh.
Con un bolso en el hombro y un niño de tres años de edad en su cadera, mamá
Noel Zemborain sonreía. Con mochila en su cintura, papá Catrie Walker sostenía la puerta mientras sus tres hijos mayores pasaban.
Por lo menos 50 adultos de la clase bíblica de padre Chesco García esperaban su llegada. Ellos aplaudieron y vitorearon con el anuncio; algunos de sus niños giraban en el pasillo.
No es todos los días que uno conoce viajeros que han acumulado 13,000 millas en una furgoneta Kombi Volkswagen de 1980.
La familia Walker salió de Buenos Aires, Argentina, en marzo. Su meta era alcanzar al papa Francisco en el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia, que abría el 22 de septiembre y había de durar hasta el 27. Raleigh, como ciudades en Chile, Ecuador y México, era simplemente una parada en el camino.
Catrie, Noel y sus cuatro hijos — Cala de 12 años de edad, Dimas de 8, Mía de 5 y Carmín de 3 — pasaron dos noches con su pareja anfitriona, William Cardona y Andrea Blanco, quienes trabajan en la pastoral hispana diocesana y planeaban estar en el encuentro de familias.
La familia argentina visitó la iglesia St. Michael el 15 de septiembre para una bendición y la catedral Sacred Heart el 16. Ellos tomaron preguntas de parte de los fieles. Padre García les preguntó cómo se sintieron cuando el compatriota argentino cardenal Jorge Mario Bergoglio fue electo papa. Se sintieron felices, contestaron, hasta mejor que si su país hubiese ganado la Copa Mundial.
La gente quería saber de dónde salió la idea (ellos dijeron que en realidad no pueden recordarlo), cómo escogieron el vehículo (un amigo hizo un viaje en uno similar), dónde se habían alojado (furgoneta, carpa y en casa de desconocidos) y cuántos países visitaron (13).
“Queremos celebrar la familia con este viaje. Nuestro mensaje es… la familia es lo mejor que tenemos”, dijo Catrie
Es un sueño que parecía locura, añadió Noel, pero ha sido la mejor experiencia de sus vidas.
La feligresa de la catedral Erlinda García escuchó a los visitantes contar su historia. Ella quedó impresionada por cómo ellos conectaban con sus hijos e hicieron el viaje sin cosas como computadoras ni televisores.
“Ellos hablaron de la gente que conocieron … todos los países tenían lugares y cosas hermosos, pero lo más que disfrutaron fue conocer gente”, ella añadió. “Ellos dijeron ‘no dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo’. Todo es posible”.
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