CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Aclamado por la multitud y a sabiendas de que era el Mesías que buscaban, Jesús todavía escogió el camino de la humildad y el total desprendimiento, enfocándose solamente en hacer la voluntad de Dios — dijo el papa Francisco el Domingo de Ramos.
“No hay negociación con la cruz: uno la abraza o la rechaza”, dijo el papa a decenas de miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro el 14 de abril al conmemorarse la entrada de Jesús a Jerusalén y el inicio de su pasión.
Decenas de jóvenes se dirigían al obelisco en el centro de la plaza para llevarse ramos de palmas más largos que ellos; los obispos, cardenales y el papa llevaban palmas entrelazadas llamadas “palmurelli”; y todos los peregrinos en la plaza recibían ramos de olivo donados por una asociación italiana de productores de aceite de oliva.
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Después de la bendición de las palmas y de escuchar la lectura del Evangelio sobre el ingreso de Jesús a Jerusalén, los jóvenes, los obispos, los cardenales y el papa se dirigieron a las escalinatas de la basílica de San Pedro para la parte principal de la Misa, la cual incluyó la lectura de la pasión.
Como en el Vaticano y en muchos lugares del mundo, al Domingo de Ramos se le considera también una celebración local de la Jornada Mundial de la Juventud, el papa Francisco se dirigió específicamente a los jóvenes en su homilía.
“Innumerables hombres y mujeres santos han seguido a Jesús en el camino de humildad y obediencia”, dijo el pontífice. Entre los santos hay muchos jóvenes reconocidos por la iglesia como santos o conocidos solo por Dios.
“Queridos jóvenes: no se avergüencen de mostrar su entusiasmo por Jesús, de gritar que él está vivo y que él es su vida”, les dijo el papa.
Igualmente les afirmó: “No tengan miedo de seguirlo en el viacrucis. Cuando escuchen que él les está pidiendo que renuncien a ustedes mismos, que se despojen de toda protección y que confíen completamente en nuestro padre en el cielo, entonces ¡alégrense y regocíjense! Están en el camino del reino de Dios”.
Durante su vida, incluso cuando fue aclamado con gritos de “Hosanna” y luego despojado y clavado en la cruz, dijo el papa, Jesús nos mostró “cómo enfrentar los momentos de dificultad y las más maliciosas de las tentaciones manteniendo en nuestros corazones una paz que no es ni desapego ni impasibilidad sobrehumana, sino un confiado abandono al padre y a su voluntad salvadora, lo cual confiere vida y misericordia”.
Desde el momento de la tentación en el desierto y hasta la muerte de Jesús, el diablo, “el príncipe de este mundo”, trató de incitar a Jesús a abandonar su humildad y, al contrario, que asumiera el “triunfalismo”, dijo.
“El triunfalismo trata de llegar al objetivo a través de atajos y compromisos falsos”, según el papa. “Vive de gestos y palabras que no son forjadas en el crisol de la cruz; crece al mirar con recelo a los demás y juzgándolos constantemente como inferiores, queriendo fracasos”.
Pero Jesús escogió el camino hacia el triunfo verdadero, el triunfo de Dios sobre el diablo, dijo el papa. “Él sabe que el verdadero triunfo implica darle cabida a Dios y que la única manera de hacerlo es despojarse de uno mismo, con total desprendimiento. Guardar silencio, rezar, aceptar la humillación”.
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