Los sínodos son eventos importantes en la vida de la Iglesia, pero casi cuatro semanas debatiendo cualquier tema puede llegar a ser agotador. Es bueno estar en casa y estoy agradecido de todos aquellos que ofrecieron sus oraciones y apoyo para el éxito de la reunión. Como en el pasado, el voto de los obispos en el documento final tuvo lugar párrafo por párrafo, y como la mayoría de los delegados, yo voté «sí» en la mayoría de los párrafos.
El sínodo tuvo sus problemas: en particular una ambigüedad de las normas y procesos y una falta de traducciones necesarias. Pero el documento final, aunque no sin sus propios defectos, es una mejora sobre el texto original de laborem instrumentum. Los delegados también eligieron algunos buenos hombres a la Comisión Permanente del Sínodo; eso tiene implicaciones de esperanza para el futuro.
Sin embargo, antes de que pasemos a asuntos más urgentes como Iglesia local quiero mencionar algunas cosas como una cuestión de simple honestidad. El 27 de octubre, en una entrevista con Frank Rocca del Wall Street Journal, dije lo siguiente, y quiero repetirlo aquí.
En el tema de abuso sexual de menores:
«Hubo algunos debates buenos [por los padres sinodales] sobre esta cuestión, aunque no lo suficiente, y el documento final del sínodo es francamente insuficiente y decepcionante en el asunto de abuso. Los líderes de la Iglesia fuera de Estados Unidos y algunos otros países lidiando con el problema claramente no entienden su alcance y gravedad. Hay muy poco sentimiento de sincera disculpa en el texto; y el clericalismo, por ejemplo, es parte del problema de abuso, pero no es la cuestión central para muchos laicos, especialmente los padres de familia.»
Con respecto a la enseñanza de la Iglesia sobre sexualidad:
«La clave de todos los debates de sexualidad es antropológica. Uno de los problemas sutiles y preocupantes a tratar en el texto del Sínodo en diversas etapas [era] su referencia a la necesidad de ‘profundizar’ o ‘desarrollar’ nuestra comprensión de las cuestiones antropológicas. Obviamente podemos y debemos, siempre traer más oración y reflexión a complicadas cuestiones humanas; pero la Iglesia ya tiene una antropología cristiana clara, rica y articulada. No ayuda el crear duda o ambigüedad alrededor de los temas de la identidad humana, propósito y sexualidad, a menos que uno esté preparando el terreno para cambiar lo que la Iglesia cree y enseña acerca de los tres, comenzando con sexualidad.»
En la evaluación general de la experiencia del Sínodo 2018:
«Muchos obispos se frustraron por la falta de traducciones avanzadas de los temas importantes en los que se esperaba que votaran. Como uno de los padres sinodales argumentó, es realmente inmoral votar ‘sí’ en problemas importantes si usted ni siquiera puede leer y reflexionar sobre lo que dice el texto. Muchos de los delegados también se mostraron sorprendidos y descontentos con la introducción de la sinodalidad como tema en una reunión temática para jóvenes; no es un ajuste natural. La sinodalidad tiene implicaciones muy graves. Merece seria reflexión teológica y debate entre los obispos; eso no sucedió, lo que no parece consistente en una reunión de papa y obispos en un espíritu de colegialidad.»
En los próximos meses, espero que todos nosotros en la comunidad católica de Filadelfia oremos especialmente por el Santo Padre y también por la misión de la Iglesia a medida que avanza hacia el futuro.
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