Archbishop Charles Chaput, O.F.M. Cap.

Cada enero comienza un nuevo año y tiene una serie de fechas importantes; la semana del 18-25 de enero, por ejemplo, es la anual Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Pero para muchos millones de estadounidenses, el día central del mes es el memorial del doctor Martin King, Jr., la gran voz de la justicia racial. Asesinado en 1968, el doctor King elevó la conciencia de una nación por su vida y su muerte. Devolvió odio con amor, paciencia con ignorancia y amenazas con valor.

Este año honramos la memoria del doctor King el 21 de enero, y recordarlo difícilmente podría ser más urgente. Vivimos en una época de identidad política venenosa y hostigamiento autocomplaciente, un tiempo (para pedir prestado del poeta Yeats) cuando «los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad».
Parte de esto puede ser achacado a una Casa Blanca a menudo excéntrica y vulgar, pero el problema es mucho más profundo y más allá de un hombre. Y ahora infecta a dos de nuestros partidos políticos. Hemos perdido un lenguaje común de discurso público.

Para King, que era un ministro del Evangelio, esa lengua común era el sentido cristiano de la moral implícito en el experimento americano desde sus comienzos y compartido, al menos en la década de 1960, por casi todos los estadounidenses, creyentes y no creyentes por igual.

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Para King, los seres humanos pueden estar en desacuerdo, incluso profundamente, pero nunca pierden el derecho a ser mencionados y tratados con respeto como hijos de Dios. Lo importante es esto: King nunca fue un humanitario genérico; si lo hubiera sido, él no hubiera nunca podido lograr las cosas que logró. Fue primero y finalmente un ministro de Cristo Jesús. Su fe fundamentó sus acciones, la misma fe que inspiró y ayudó a definir lo mejor del carácter estadounidense. Es por eso que nuestra nación finalmente lo escuchó.

Muchas cosas han cambiado en 50 años, algunas de ellas buenas, algunas no, y algunas incluyen una pérdida incapacitante de decencia y sentido común en algunos miembros del Congreso en asuntos de fe religiosa. Es feo, es vengativo y nos daña a todos.

El reverendo Eugene Rivers, con sede en Boston, es un líder articulado y un ministro pentecostal afroamericano impresionante. Como otros de su generación que han intentado tomar seriamente el testimonio del doctor King, él se centra en la búsqueda de lo mejor en las personas y en construir en lo que une más que en lo que separa. Lo que hace su trabajo fructífero y que sus palabras valgan la pena ser escuchadas; también hace su crítica condenatoria. En su escrito del Wall Street Journal el 3 de enero (“Another Religious Test in the Senate’), señaló:

La gente a menudo supone que el prejuicio contra los políticos católicos terminó con la elección de Kennedy. Sin embargo la intolerancia anticatólica aún permanece entre nosotros. El 5 de diciembre, los senadores de Estados Unidos enviaron preguntas por escrito a Brian Buescher, un abogado recientemente nominado por el presidente Trump para servir en el Tribunal de Distrito de Estados Unidos de Nebraska, Omaha, Nebraska. En medio de las consultas sobre la filosofía judicial, dos senadoras democráticas exigieron respuestas sobre la membresía del señor Buescher en los Caballeros de Colón, una organización de servicio católico de 140 años.

Mazie Hirono de Hawai y Kamala Harris de California no preguntaron acerca del trabajo caritativo del grupo, que incluye $ 1,000 millones de asistencia y cientos de millones de horas de servicio en la última década. Más bien, querían respuestas sobre lo que llamaron sus «posiciones extremas».

Las senadoras citaron el apoyo del grupo en 2008 por la Proposición 8, de California, que prohibió el matrimonio entre personas del mismo sexo; ellas también manifestaron su desacuerdo con la oposición del grupo al aborto.

Cada senadora insinúo que la membresía del señor Buescher le debe descalificar.

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La total ignorancia, sin mencionar injusticia, al describir a los Caballeros como «extremos» sería desconcertante –si no fuera parte del patrón de pensamiento intolerante ya santificado por otros senadores como Diane Feinstein (D-CA) en su vulgar e intenso interrogatorio en 2017 de la ahora juez Amy Coney Barrett («El dogma vive fuertemente dentro de usted, y eso es una preocupación»).

En las palabras del reverendo Rivers:

Como líder de cristianos negro, me siento particularmente fuerte sobre los Caballeros de Colón. Por más de un siglo defendieron valientemente las minorías… Si católicos como los Caballeros pueden ser perseguidos, ¿qué deben esperar los miembros de mi Iglesia pentecostal? Compartimos puntos de vista tradicionales sobre el aborto y el matrimonio. ¿Qué pasa con los musulmanes, mormones, judíos ortodoxos y cristianos evangélicos? Incluso las creencias bíblicas del reverendo Martin Luther King serían un anatema para las senadoras Harris, Feinstein y Hirono. JFK, él mismo un orgulloso Caballero de Colón, también sería inaceptable.

Una vez más: Cada mes de enero comienza un nuevo año y tiene una serie de fechas importantes. Este enero, una de las más importantes fechas es el 16, el Día Nacional de la Libertad Religiosa. Vale la pena recordarles a nuestros funcionarios elegidos y designados que una vigorosa definición de libertad religiosa es todavía parte de la Constitución.

Y mientras estamos haciendo eso, podemos agradecer a Dios por la generosidad, la dedicación y el trabajo fielmente católico de los Caballeros de Colón.