28 de febrero del 2011

Queridos hermanos y hermanas:

¡La gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo sean con todos ustedes!

En la vida de la Iglesia, la Cuaresma es acerca de enfrentar la realidad del pecado a la luz de la victoria de la Muerte y Resurrección de Cristo.

Cada uno de nosotros sabe que estamos llamados a reconocer el pecado en nuestras vidas. En cada misa se admite esta realidad. En el Confiteor, por ejemplo, decimos claramente: «Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos y hermanas, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión…».

En la primera carta, san Juan nos dice: «Si decimos que no tenemos pecado, nos estamos engañando a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Pero si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad» (1 Juan 1, 8-10).

A lo largo de los siglos de cristianismo, la Cuaresma ha sido siempre un momento especial para reconocer nuestros pecados, para pedir perdón a Dios, y para resolver -con su ayuda- no volver a pecar. En la Cuaresma expresamos profundo pesar por haber ofendido a Dios y al prójimo.

El Miércoles de Ceniza se escuchan estas poderosas palabras: «Arrepiéntete y cree en el Evangelio». éste es un llamado al arrepentimiento y fidelidad para nosotros como inspaniduos y para toda la comunidad de la Iglesia. Se nos invita a expresar el arrepentimiento y la fidelidad a través de prácticas que nuestro Señor Jesucristo mismo nos ha enseñado en los Evangelios: la oración, el ayuno y la limosna.

Con el arrepentimiento de nuestros pecados pedimos humildemente el perdón de Dios, que viene a nosotros a través de Cristo. También pedimos humildemente el perdón de todos aquellos a quienes hemos ofendido de alguna manera. Nosotros también le pedimos a Dios para lograr la reconciliación y la sanación de nuestra comunidad.

Durante esta Cuaresma nosotros estamos especialmente conscientes de los pecados graves de los abusos sexuales cometidos contra menores, en particular por miembros del clero. Experimentamos la necesidad de pedir el perdón de Dios repetidamente en nuestra liturgia y de ofrecer oraciones de reparación por estos pecados y por todos los pecados del mundo.

Al comenzar la Cuaresma, yo invito a los fieles de la Arquidiócesis de Filadelfia a unirse a mí para un servicio de penitencia que incluirá las Estaciones de la Cruz, en la Basílica Catedral SS. Pedro y Pablo en el primer viernes de Cuaresma, 11 de marzo del 2011 a las 7:00 p.m. Vamos a orar por el perdón de los pecados y la reconciliación con Dios y en la comunidad. En nuestras peticiones pediremos por la sanación de todas las víctimas, que a través del poder de Dios el abuso sexual sea eficazmente prevenido, y que los jóvenes siempre sean respetados y protegidos y sean capaces de vivir la plenitud de su dignidad humana como hijos de Dios sin ser abusados por nadie.

Además de este servicio penitencial, tengo la intención de reunirme la próxima semana en varias ocasiones con nuestros sacerdotes, que sirven con tanta fidelidad, para orar con ellos y darles aliento, mi confianza profunda y mi gratitud por su ministerio generoso a nuestro pueblo.

Al reconocer la realidad del pecado en nuestras propias vidas y en la comunidad de la Iglesia, también proclamamos el poder de la Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo para vencer el pecado, para convertir nuestros corazones y los corazones de todos los pecadores, y para que nos ayude a caminar en una vida nueva. En las palabras de san Juan: « … si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad».

Sinceramente en Cristo,

+Cardenal Justin Rigali

Arzobispo de Filadelfia